México.- La Virgen de Guadalupe existía en España antes de su aparición en la Nueva España. Era considerada especialmente la protectora de árabes musulmanes conversos al cristianismo; en el llamado “nuevo continente” fue vista como protectora de los naturales conquistados.
La Virgen de Guadalupe es originaria de Extremadura, España, y Hernán Cortés, oriundo de esa región, le tenía especial veneración
La advocación mariana española es una imagen tallada en cedro que data del siglo XII; tres siglos antes de la caída de México-Tenochtitlán. Mide 59 centímetros y tiene estilo románico.
Sobre el origen de la palabra Guadalupe, existen varias hipótesis: se presume que proviene del árabe Wādi al-lub, que se traduce como «río de lobos» o «río de oculto». En su versión mexicana se le relaciona con la palabra náhuatl coatlallope: «la que aplasta a la serpiente».
El origen de la Virgen Morena
De acuerdo con una leyenda española, la Virgen de Guadalupe fue tallada en el siglo I por Lucas el Evangelista. Tras la muerte de este personaje, que fue santificado, la imagen fue enterrada junto a él, para luego ser exhumada en el siglo IV y ser llevada junto al cuerpo como reliquias a Constantinopla.
La imagen tuvo fama de milagrosa luego de una peste en Roma. La veneración por ella llevó a que el Papa Gregorio Magno la colocó en su oratorio, para luego ser enviada a San Leandro, arzobispo de Sevilla.
El clero católico huyó de las tierras españolas en el año 711 ante la ocupación árabe y escondieron la imagen de Virgen y otras reliquias junto al río Guadalupe, lugar donde permanecieron por quinientos años.
En el siglo XIV, la imagen de la Virgen de Guadalupe fue recuperada y se convirtió en símbolo de evangelización:
La leyenda cuenta que un humilde pastor llamado Gil Cordero, habitante de la ciudad de Cáceres, en Extremadura, perdió una vaca. Las encontró muerta en el bosque y decidió desollarla para aprovechar la piel. Intempestivamente la vaca resucitó y una mujer se apareció al pastor y le dijo:
“No temas, que yo soy la Madre de Dios. Ve a tu tierra y di a los clérigos lo que has visto, mi deseo es que vengan aquí y caven justo donde reposaba tu vaca, hallarán una imagen mía y para ella construirán una capilla que llegará a ser una gran iglesia”.
Gil narró lo sucedido a los clérigos y no le creyeron. Ese mismo día, el hijo de Gil Cordero murió. Cuando los sacerdotes procedían a darle sepultura, el joven resucitó y narró que una mujer le había ayudado a levantarse. Los sacerdotes le creyeron a Don Gil, exhumaron la imagen de la Virgen y le construyeron una ermita.
Alfonso XI encontró a la pequeña ermita dedicada a la Virgen. Después de encomendarse, ganó la batalla del salado, en 1340, y se volvió benefactor del monasterio, que fue convertido en un hermoso gran edificio. En 1441 pasó a la custodia de los monjes jerónimos y desde 1908 es regentado por los franciscanos.
El monasterio fue centro de devoción de la reina Isabel I de Castilla y de ahí salieron recursos para la reconquista de Granada. Fue en ese monasterio donde la reina Isabel se reunió con Cristóbal Colón y donde fue convencida de financiar el viaje a las indias que terminaría con el descubrimiento de las nuevas tierras (para ellos).
Virgen de América
La advocación mariana de la Virgen de Guadalupe fue base para colonizar a América y se convirtió patrona de la hispanidad el continente y las Filipinas. Los españoles derrotaron a los mexicas en 1521 e iniciaron su proceso de expansión por las tierras colindantes al conquistado Valle de Anáhuac, para enfrentar y someter a diversas naciones indias, que tenían una arraigada fe en sus dioses.
El principal reto de los conquistadores fue establecer la religión cristiana como la única y dominante. Para tal efecto, al llamado “Nuevo Mundo” llegarin sacerdotes de distintas órdenes, como la Franciscana y la Dominicana.
La historia oficial católica es que un 12 de diciembre de 1531, al indio Juan Diego se le apareció la figura de la Virgen de Guadalupe y le pidió que solicitara a las autoridades religiosas, encabezadas por Juan de Zumárraga –que tenía el cargo de Protector de los Indios- construyeran un santuario en el cerro del Tepeyac.
Los religiosos no le creyeron y Juan Diego regresó al cerro, colocó flores en su tilma y regresó con los clérigos. Al abrir la prenda y caer las flores, apareció la imagen de la advocación. En total fueron cuatro apariciones y con ello se generó la construcción de una ermita en el cerro llamado “Tepeyac”, que tradicionalmente era centro de adoración a Tonantzin, también llamada Coatlaxopeuh, y que representaba a la tierra, madre los dioses.
Hacia 1525, los frailes colocaron en la ermita, ya convertida en Santuario, una pintura de la Virgen como Inmaculada Concepción, realizada por un indio de nombre Marcos, y a la que pronto se atribuyeron milagros. Durante las primeras décadas la ermita fue visitada principalmente por indígenas, pero a mediados del siglo XVII, el culto a la virgen del Tepeyac se extendió a todos los grupos sociales.
El culto a la Virgen de Guadalupe trascendió a la Nueva España, para convertirse en Patrona de México y ser la más extendida representación del culto católico en el país. Su veneración traspasa fronteras: en Extremadura, en Filipinas, en América Latina y, especialmente, en México.