Irapuato, Guanajuato.- Joaquín Cosío es un actor mexicano que ha dejado una huella importante en la industria cinematográfica y teatral de México. Aunque inicialmente no pensó en convertirse en actor, Joaquín terminó la carrera de comunicación y comenzó a hacer teatro desde muy pequeño. En Ciudad Juárez, tuvo la oportunidad de montar una obra de teatro, y desde entonces sintió la emoción de estar en un escenario, lo que lo llevó a disfrutar de las más variadas producciones teatrales en esa ciudad.
Su pasión por la actuación lo ha llevado a ser reconocido este pasado sábado en el Festival Internacional de Cine Guanajuato (GIFF por sus siglas en inglés) por su destacada trayectoria.
Contó que uno de los momentos más significativos en su carrera fue cuando asistió a un casting en Ciudad Juárez para una obra que requería actores norteños. Joaquín obtuvo un papel en la obra “Felipe Ángeles,” dirigida por Luis de Tavira, que fue montada en la Ciudad de México. Esta producción, que incluía caballos, pistolas y cañonazos, marcó la primera vez que Joaquín participó en una obra de gran producción, lo que lo enamoró del teatro para siempre.
A raíz de esta participación, Joaquín fue invitado a una casa de casting que le ayudó a conseguir trabajos en comerciales y, finalmente, audicionó para el personaje del luchador “Mascarita” en la película “Matando Cabos.” Este papel lo llevó a ser considerado y nominado al premio Ariel, consolidando su posición en el cine mexicano.
El director Luis Estrada le dio la oportunidad de trabajar en la película “El Infierno” interpretando al personaje “El Cochiloco,” trabajando junto a los más grandes actores de México. Este papel catapultó su carrera actoral, consolidándolo como uno de los actores más reconocidos de la industria.
Joaquín Cosío estudió de manera autodidacta y aprendió mucho del teatro, un espacio que le enseñó a construir personajes. En el teatro, se prepara la voz y se asegura de que hasta el último espectador se conmueva con sus palabras. Al llegar al cine, Joaquín descubrió que el lenguaje cinematográfico es diferente y que no es necesario proyectar tanto como en el teatro, aprendiendo a adaptarse a esta nueva forma de actuación.
Una de las principales diferencias que notó entre el cine y el teatro es la precisión de los movimientos en el cine, mientras que el teatro está lleno de imprevistos que deben resolverse en el momento. A pesar de estas diferencias, Joaquín valora la espontaneidad en ambas disciplinas.
Además de su trabajo en cine y teatro, Joaquín Cosío ha incursionado en el mundo del doblaje, donde disfruta de encontrar la voz adecuada para cada personaje y darle matices únicos.
Disfruta tanto de su trabajo que considera que el día que deje de gozar lo que hace, será el momento de retirarse.
“Actuar me ha salvado, menos en mi casa, mi mujer me conoce y me dice no estés actuando Joaquín, no estés actuando”