Guanajuato, Gto.- Juan José de los Reyes Martínez Amaro mejor conocido como “El Pípila”, según la historia oficial de México, fue un modesto minero en Guanajuato que se unió a las filas del Ejército Insurgente encabezado por el Padre de La Patria, Miguel Hidalgo y Costilla durante la Guerra de la Independencia y destacó por haber arriesgado su vida al incendiar la puerta de la Alhóndiga de Granaditas.
En aquel suceso, el 28 de septiembre de 1810, en un acto heroico y prácticamente suicida, El Pípila se echó a su espalda una losa para resguardarse de las balas, además con una antorcha en mano para incendiar la puerta de la Alhóndiga y los insurgentes pudieran tomar el lugar donde se refugiaban los españoles que fueron masacrados.
Este hecho en la historia de nuestro país, para algunos como Lucas Alamán fue un invento.
En una entrevista para Primero Noticias, la supervisora de historia de la serie televisiva Gritos de muerte y libertad, Ursula Camba, señaló que hay investigadores como Carlos García que aseguran que este personaje nunca existió.
La especialista señala que este héroe fue introducido en la historia de México por Carlos María de Bustamente para que el pueblo pudiera identificarse con sus actos.
“Alamán escribe 30 o 40 años después, que es un invento”, pues el historiador se encontraba en Guanajuato cuando ocurrió la toma de la Alhóndiga de Granaditas, de acuerdo con su testimonio el nombre del héroe ni siquiera es de uso común en la región, dijo Camba.
Monumento en su honor
El Pípila es uno de los personajes más emblemáticos en Guanajuato, existe un monumento en la capital del estado en su honor, creado de cantera rosa por el escultor Juan Fernando Olaguíbel e inaugurado en septiembre de 1939.
Se ubica en un mirador que se ha convertido en uno de los atractivos turísticos de la ciudad. En la base de la escultura se encuentra la frase: “…Aún hay otras Alhóndigas Por incendiar Guanajuato. Septiembre – 1939”.
Leyenda
“Al leer este encabezado, muchos creerán que nos referimos a Hidalgo, a Morelos o a cualquier otro de los héroes que intervinieron tan decisivamente en los destinos de la patria.
No supondrán que se trata de un modesto minero, oriundo de San Miguel de Allende, pero que por entonces trabajaba en el vecino mineral de Mellado: Juan José de los Reyes Martínez, más conocido en la historia por el mote de “Pipila”
Ya sabes que en Hidalgo, una vez descubierta la conspiración, reunió un puñado de gente del pueblo, entre quienes se encontraban los reclusos de la cárcel, y con ellos los que se iban reclutando en el camino, llegó a Guanajuato.
Su objetivo principal era tomar la Alhóndiga de Granaditas donde el intendente Riaño se hizo fuerte con los soldados de la guarnición. Los tesoros que estaban a su cuidado (como tres millones de pesos), plata en barra, dinero en efectivo y hasta un azote de la Real Hacienda, además de los pertrechos y alimentos, eran necesarios para resistir el sitio.
El combate fue espantoso y los actos de valor y heroísmo se sucedían de uno y otro bando.
Sin embargo, hay que advertir que los que se refugiaron en la Alhóndiga no fueron únicamente españoles, sino también familias criollas de posición media y acaudalada, que no ignorando los resultados del saqueo, temían no solo por sus bienes sino por sus vidas, en virtud de que como en Guanajuato la existencia había sido pacífica, no tenía más que escasísimas armas.
Recuérdese el parte de Riaño A Calleja: ” Venga en mi auxilio porque no tengo para defenderme más que unas espadas que parece de vidrio. Voy a resistir porque soy honrado”.
En la cruenta e inenarrable batalla, ese hombre del pueblo, humilde barretero de Mellado se echó sobre la espalda una losa, provisto de una tea, y caminando a rastras llegó hasta la puerta misma de la Alhóndiga, a la que prendió fuego, después de haberle untado brea. Al ceder la madera, la multitud se abalanzó sin importarle que muchos caían muertos ante las descargas cerradas de los españoles. Caían unos, y sobre ellos pasaban otros, para sostener en el patio del edificio, la lucha cuerpo a cuerpo, igualándose de ese modo las fuerzas, pues las armas de fuego ya no valían en ese momento hasta correr la sangre como un arroyo por la puerta y por la calle de Mendizábal hacia abajo…
De aquí la razón de este capítulo: de no haber sido por el arrojo del “Pipila”, Hidalgo no hubiera tomado Granaditas y la suerte de la insurrección habría sido otra, es decir la independencia de
México se habría consumado, pero quién sabe cuánto tiempo más tarde, en qué condiciones y a costa de qué sacrificios.
El éxito de este histórico choque entre insurgentes y realistas –decimos- se debió principalmente a valor del “Pipila”.
Finalmente con ese trascendental episodio se abre la inicial de una epopeya en la que Guanajuato se cubre de gloria y que significa una de las páginas excelsas de la historia de México”.
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