
Irapuato, Guanajuato.- “El panteón no es lugar para que anden los niños”, así perdió María de Jesús a su primer hijo. “Se lo llevó la Virgen y nomás me dejó el cuerpecito en una tumba como si estuviera dormido”, dijo. Sólo tenía dos años y era su primera vez visitando el panteón de Aldama.
Felipe fue su primogénito, después tuvo otros 6, pero nunca conocieron a su hermano:
“Mi niño salió chino, güero y de ojos de color como mi mamá, bien diferente a los demás. No tenía quién me lo cuidara y me acuerdo que estábamos arreglando la tumba de mi mamá y lo dejé que anduviera por ahí jugando”.
María de Jesús se entretuvo haciendo oraciones y limpiando el lugar donde yacía su madre, constantemente el pequeño la buscaba para pedirle permiso para juntar hojas secas o explorar cerca y ella decía que sí a todo.
“Mamá, la Virgen me saluda… Mamá, la Virgen quiere que vaya… La virgen dijo que le ayudara porque los angelitos ya se cansaron”.
María de Jesús le dio permiso, y cuando estaban por irse, ella lo vio acostado en una tumba. Trató de despertarlo, pero no reaccionaba, la Virgen se lo había llevado. Empezó a recordar lo que Felipe le preguntaba y vio la figura religiosa, notó al ángel que la sostenía. “El panteón no es lugar para niños”, ahora advierte. Ella nunca volvió a llevar a ninguno de sus hijos.
