Como cuando una familia humilde hace fiesta para estrenar su casa de Infonavit, la clase económicamente más poderosa de la región, una oleada de clasemedieros y prensa -mucha prensa- (eso sí, vestidos para la ocasión porque la invitación decía “code dress: formal”), el pasado 3 de octubre fue inaugurada la sucursal León de la cadena de tiendas de El Palacio de Hierro.
La tienda tiene un diseño, dicen los que saben de arquitectura, inspirada en la minería (uno de los negocios del abuelo) y la fabricación de piel y calzado (negocios de la tierra de la abuela). Tuvo una inversión de 2 mil 863 millones de pesos, con una superficie de 36 mil metros cuadrados, de los cuales más de 27 mil son de piso de venta. Es de las más grandes de una cadena de tiendas departamentales de lujo que operan también en Ciudad de México, Cancún, Querétaro, Puebla, Monterrey, Guadalajara, y el Estado de México.
Los propietarios de la tienda que identifica a lo más granado de la burguesía mexicana (son totalmente Palacio) son los integrantes de la familia Baillères, cuya fortuna asciende a 8,100 millones de dólares, según la más reciente actualización de Forbes. La fortuna de la familia se encuentra en manos del conglomerado Grupo Bal, que tiene actividades en los sectores: Minero, Energético, Asegurador, Financiero, De consumo. Entre las empresas que forman parte de Grupo Bal se encuentran: Industrias Peñoles, Palacio de Hierro, Grupo Nacional Provincial (GNP), Fresnillo y Profuturo, entre otras.
La fortuna de los Baillères era de 6 mil 900 millones de dólares en 2023 y se clasificó entonces como la quinta familia más rica del país, solo por detrás de Carlos Slim Helú, la persona más acaudalada de México, quien poseía ese año 93 mil millones de dólares; Germán Larrea, quien reportaba 26 mil 600 millones; Ricardo Salinas Pliego, con 10 mil 900 millones y la Familia Servitje Montull, quienes poseen solamente 7 mil 739 millones y que ya fue rebasada por los Baillères.
Lo anterior coloca a Alejandro Baillères Gual, principal heredero de Alberto Baillères, como el cuarto millonario más importante de México y el 317 a nivel mundial.
Un paréntesis: Alberto es hijo del silaoense Raúl Baillères.
Todo empezó en la calle 5 de Mayo
Raúl Baillères Chávez nació en Silao de la Victoria nació el 7 de diciembre de 1895 (murió en Ciudad de México, el 3 de enero de 1967). Paola Trujillo, cronista de Silao, ha explicado que Raúl fue hijo de Alberto Baillères, de origen francés y avecindado en Silao (la cronista no dice si fue en el marco del segundo imperio de Maximiliano). Se dedicaron al campo en la comunidad de Rancho Nuevo, ubicado en los linderos con Irapuato. Raúl, empero, nació en la ciudad, en una casa ya derrumbada y ocupada por un clúster de departamentos, que se ubicó en el número 18 de la calle 5 de Mayo, a un par de cuadras de la Plaza Principal.
Dice Paola Trujillo que “Raúl nació en el periodo de bonanza de la región producto del porfiriato, su padre Alberto se dedicó a la agricultura y el comercio, eran dueños de una hacienda en Rancho Nuevo. La compra-venta de maíz, trigo y sorgo era el comercio de la época, además de la crianza de ganado”. El joven Raúl aprendió de su padre lo referente a las actividades del campo y, sobre todo, del comercio. Es el origen de quien fue creador de instituciones financieras, industriales y culturales en México. También mexicanizó algunas empresas, al comprar acciones de mayoría extranjera.
Su fortuna fue hecha en el marco del llamado “desarrollo estabilizador” (finales de la década de 1940 y hasta la de 1970, que llegaron las crisis echeverrista y lopezportillista). Fue la época de instalación de grandes empresas transnacionales. Como la ley prohibía que tuvieran mayoría accionaria extranjera, pulularon los prestanombres y los socios mexicanos que fueron la base de varias de las más ricas familias del país.
Adiós, Silao de mi corazón
En 1915, Silao, al igual que todo lo que hoy es conocido como “corredor industrial”, era campo de batalla entre las fuerzas villistas y obregonistas. Raúl tenía 20 años y, con el apoyo de su padre, se trasladó a la Ciudad de México para huir de la violencia, la pobreza acendrada por la revolución y estudiar en la gran urbe.
Desde estudiante se vinculó con una comunidad de gente ligada a negocios y comenzó a trabajar en el sector financiero con el famoso Julio Lacaud, propietario de la Casa Lacaud, en la agencia del Chase Manhattan Bank y como representante del Equitable Trust Co., de Nueva York.
Durante varios años, encabezó un grupo de amigos y empresarios llamado “BUDA” por un periodista en atención a las iniciales de los apellidos de sus miembros: el propio Baillères, Salvador Ugarte, Mario Domínguez y Ernesto J. Amezcua.
En la década de 1930 aprovechó que la legislación mexicana abrió oportunidades a los inversionistas mexicanos fundó tres instituciones financieras especializadas: Crédito Minero y Mercantil, Crédito Hipotecario y Crédito Afianzador y el Banco de Comercio, en sociedad con Salvador Ugarte y otros accionistas. También, con el grupo de Aarón Sáenz, fue inversionista del Hotel del Prado ubicado en la Avenida Juárez de la Ciudad de México.
Ya para entonces se había casado. Don Raúl contrajo matrimonio con la señorita Celia González, oriunda de la ciudad de León. Tuvieron cuatro hijos, todos de apellido Baillères González: Raúl, Alberto, Celia y Susana. Alberto, habría de ser el multiplicador de la fortuna familiar.
En el periodo 1941-1942, cuando era presidente de la Asociación de Banqueros de México, fundó el Club de Banqueros de México, que presidió desde entonces hasta su fallecimiento. Apoyado por el ultracatólico Manuel Ávila Camacho, presidente de la república, organizó el Comité Técnico de Promoción Industrial en México, con el fin de aprovechar la coyuntura de industrialización abierta por la Segunda Guerra Mundial.
Luego vendría la vorágine que multiplicó la fortuna: fundó Artes Gráficas Unidas; Central de Malta, para la industria cervecera; Química del Rey, productora de sulfato de sodio, componente para procesar detergentes, papel, vidrio y madera; Refrigeración y Congelación, para alimentos y bebidas; Ampolletas; Vidrio Neutro, para producir envases; la Cía. Mexicana de Tubos de Albañal, para fabricar tabiques, tejas y tubos; y, en la época de la fiebre de la construcción, cuando había una aguda escasez de cemento, invirtió en tres empresas del ramo: Atoyac, Veracruz y Guadalajara, amén de fundar Fraccionamientos Urbanos y Campestres compañía dedicada a desarrollar centros habitacionales como las colonias Anzures y Campestre de Churubusco, en la Ciudad de México. También constituyó Inmobiliaria CREMI.
En el sector financiero, además de las empresas fundadas por él ya mencionadas, fue accionista del Banco de Comercio, la Compañía de Seguros La Comercial y el Banco General de Capitalización.
“Mexicanización” de empresas extranjeras
Luego de la II Guerra Mundial, la política mexicana fue de nacionalismo económico y exigía que las empresas extranjeras instaladas en México tuvieran mayoría de capital local. Inició la era de los prestanombres, pero también de la inversión de los ricos del país. De esa manera, don Raúl Intervino en la mexicanización de varias empresas: Cervecería Moctezuma, Manantiales Peñafiel, Metalúrgica Mexicana Peñoles y la Compañía Fresnillo. Asimismo, junto con su hijo Alberto Baillères González y, no olvidarlo, El Palacio de Hierro, al comprar del paquete mayoritario de las acciones de esta tienda departamental.
También fue accionista de empresas como Sanborns, entonces instalado sólo en la Casa de los Azulejos y en 1958 adquirió, junto con Carlos Trouyet y Eloy S. Vallina un paquete importante de acciones de Teléfonos de México, hasta entonces propiedad de la estadounidense AT&T, que en México manejaba su empresa llamada Mexicana, y la trasnacional sueca Ericsson. También compró 3% de las acciones de la Nacional que posteriormente su hijo Alberto mexicanizó y fusionó con La Provincial para formar el grupo asegurador Grupo Nacional Provincial (GNP)
Fundador de instituciones culturales
Raúl Baillères Chávez creó en 1946 dos instituciones culturales: la Asociación Mexicana de Cultura y el Instituto Tecnológico de México, que con el tiempo logró su autonomía, cambiando su nombre a Instituto Tecnológico Autónomo de México ITAM. En ellas participaron varios empresarios, entre los cuales estaban: Ernesto J. Amezcua, Evaristo Araiza, Mario Domínguez, Noé Graham Gurría, Carlos Gómez y Gómez, Aníbal de Iturbide, Pedro Maus, Luis Montes de Oca, Carlos Novoa, Aarón Sáenz y Carlos Trouyet. Algunos de ellos pertenecían también al Patronato de la Universidad Iberoamericana (UIA), institución a la que los señores Baillères y Trouyet dotaron de un terreno para que se instalara en la colonia Campestre Churubusco.
Ahí se forman los economistas que no le gustaban al expresidente Andrés Manuel López Obrador.
El hijo Alberto llevó el nombre del abuelo y falleció el pasado 2 de febrero de 2022 en la Ciudad de México, cuando era considerado el cuarto hombre más rico de México. Su hijo Alejandro tomó el liderazgo y le tocó impulsar la apertura de la tienda en la principal ciudad de la región donde surgieron sus antepasados.
Alejandro Baillères Gual es el líder de la tercera generación empresarial de la dinastía (al bisabuelo se le recuerda sólo como hacendado.)
Una avenida ubicada al norte de Silao de la Victoria honra la memoria de uno de sus hijos pródigos.
El pasado 3 de octubre, decenas de personas “emperifolladas” (como se decía antaño) celebraron los logros de una familia de origen guanajuatense. Muchos no saben que ya antes hubo una tienda Palacio de Hierro en el estado de Guanajuato, a principio del siglo pasado en la capital. Ésa es otra historia.