Pénjamo, Gto.- La pobreza no entiende de comodidades. Basta con padecer hambre, frío, vestido y calzado para sufrirla. Da igual que vivas en el campo o en la ciudad, pero en este caso su única cobija son las toneladas de basura que a diario salen directas al tiradero municipal de Pénjamo donde decenas de pepenadores las ven como una fuente de empleo.
Las personas implicadas han sobrepasado los límites que tiene su olfato y más aún, en algunos casos sus cuerpos no han resistido trabajar con residuos que desconocían les iba a ocasionar un daño físico “irreversible”.
Juan Gabriel Ventura Chávez, era un niño de tan sólo 10 años que ha dejó el segundo grado de primaria para dedicarse de lleno a recolectar vidrió, papel, bolsa y huesos de animales muertos, ahora tiene 14 años y sigue en los mismo.
Al preguntarle ¿Qué haces? su respuesta fue sencilla, “estoy esperando a que regrese el camión”, dijo el niño en alusión a que varios de sus compañeros, -jóvenes menores de 25 años-, habían ido a traer más desperdicios a la ciudad.
Juan Gabriel, vestía una playera tipo polo en color azul, con franjas, rojas y blancas; una gorra con una flecha que de la marca “Nike”, pantalón de mezclilla de la marca “Levis” -más grande del que debería usar para su talla- y unos tenis desgastados en color blanco; toda su indumentaria, resultado de los “hallazgos” que había hecho en la basura hace unos días.
El pequeño, dijo en un tono contento a los reporteros de correo que se acababa de encontrar una “camionetita” de plástico y que no hacía mucho una esclava de oro que había ido a vender a una persona que le dio cincuenta pesos.
¿Por qué ya no estudias?, “es que ya no quise ir a la escuela, aquí me pagan”, ¿Y tus padres?, mi papá ya no viene ahorita por que se enfermó de la basura, aquí estoy todo el día”, puntualizó al momento de seguir sacando “tesoros” de un montón con basura.
En el tiradero o basurero municipal el olor a restos de comida, restos de animales, ratas, perros buscando entre la basura que comer y niños, intentando ganarse la vida, es una de las imágenes cotidianas en un lugar ubicado a un costado del panteón local y a unos metros de una de las carreteras federales más importantes en el Estado y el país.
La historia de repite
En otro de las decenas de casos que hay en este basurero, aproximadamente unos sesenta; María Dolores Negrete Mendoza, lleva 22 años viviendo de la basura. Con el oficio de “pepenadora”, ha logrado mantener y “alimentar” a sus seis hijos.
Existen otros dos integrantes de su familia que se dedican al mismo oficio, uno de ellos es su esposo, Roberto Gutiérrez González y la pequeña “Choni” de tres años, esta última sólo acompaña a su mamá a trabajar.
María a diario llega a las ocho de la mañana y sale a las cinco o seis de la tarde, es decir trabaja más de ocho horas; su trabajo consiste en “desarmar” las pacas o bultos de basura que provienen de la mancha urbana y separar el vidrio y el hueso.
A la semana gana en promedio 300 pesos, al mes son 1200 pesos; que en comparación al salario mensual promedio que hay en Guanajuato y que esta por debajo del que rige en el país, de 4 mil 11 pesos, ella percibe mucho menos de la mitad de estas cifras.
Si se pudiera comparar con los productos que las amas de casa ocupan generalmente dentro de la canasta básica, como: un litro de leche que vale 12 pesos, 1 kilo de tortillas 8 pesos, fríjoles 18 el kilo, entre otros, en suma pudiera señalarse que no tiene acceso a estos alimentos básicos.
La mujer, con domicilio en la colonia Cruz Verde –uno de los sitios con más alta marginalidad en la cabecera municipal- ha logrado encontrar un equilibrio para satisfacer algunas de sus necesidades como por ejemplo: de la ropa que esta entre la basura, saca la que esta en mejores condiciones, la lava y la distribuye en su hogar.
Ataviada con una sudadera con gorro, mandil, un pantalón de vestir de hombre; sus manos callosas, la piel obscura por el sol y unos zapatos tipo industrial, desempeña sus actividades en uno de los lugares menos “ostentosos”, aunado a que visiblemente no acudió a la escuela.
María al igual que Juan Gabriel, forman parte de este sector “rudo”, en el que la lucha por la sobrevivencia se encuentra entre papeles, pañales, comida echada a perder, botellas y lo que para algunas personas ya no tenía uso, en el basurero el reciclaje es una tarea de “de vida”.