Por Martha Herrera Siller
Opinión.- Emprenderemos desde diferentes puertos, un glorioso viaje surcando los mares en un bergantín del siglo XIX, con su experimentada y conocida tripulación. Partiremos rumbo a la aventura para ir en pos del tesoro que yace en las inmensas profundidades del mar. ¿Su valor? despejar las grandes incógnitas del ser humano.
El escritor Tom Reiss en su interesante libro, “El conde negro”: Gloria, revolución, traición y el verdadero conde de Montecristo, (ganador del Premio Pulitzer 2013 de la biografía), señala que la vida del padre de Alejando Dumas, el General Thomas Alexandre Dumas, le brinda una rica fuente de sucesos que figuran en sus famosas novelas, consideradas sus obras magnas, como las proezas de “Los tres mosqueteros” y las victorias y padecimientos que inspiraron “El conde de Montecristo”, en 1884.
Alejandro Dumas, nace en Villers-Cotterêts, Francia 24 de julio de 1802. En su juventud trabajo con el Duque de Orleans en Paris, como escribiente en su secretaría y asistía con regularidad al teatro. Su mérito personal como escritor es que su preparación consistió en leer constantemente y sus libros preferidos eran de aventuras del siglo XVI y XVII. Queda impresionado con la obra “Hamlet” de Willian Shakespeare y escribe la obra de teatro: Enrique III y su corte en 1829 y Cristina en 1830, ambas tuvieron un gran éxito. Otras obras de teatro que también fueron exitosas: “Antonio” (1831), “La torre de Nesle” (1832), “Catherine Howard” (1834), “Kean, o desorden y genio” (1838) y “El alquimista” (1839).
Fue un escritor muy prolífico, publicó alrededor de 1,200 volúmenes. Sus novelas van desde la aventura a la fantasía, pasando por la historia. Le toca vivir en la época que tiende al romanticismo, donde existe un ideal por perseguir y se muestran los sentimientos de los personajes (ira, dolor, amor, tristeza, frustración, etc.). También se usa como recurso, la exaltación de los valores, el ingenio y la fuerza de espíritu para salir victoriosos.
Tras su gran éxito como escritor, Alejandro Dumas decide buscar un lugar solitario para tener la paz suficiente para seguir escribiendo. Durante su estancia en Saint-Germain, observa un hermoso paisaje que se esparce a lo largo del río Sena. Elige una colina en las laderas de Port-Marly para construir la casa de sus sueños, un castillo renacentista, el cual llamara, el Castillo de Montecristo.
En la novela El conde de Montecristo, Edmundo Dantés llega al puerto de Marsella, es febrero de 1815 a bordo del bergantín El faraón. Es un marino experimentado, con conocimientos que sobresalen de los demás, motivo por el que le darán el cargo de capitán. Está a un paso de casarse con su novia Mercedes Herrera a quien ama profundamente. Pero no sospecha que a su alrededor se gesta una traición y le tenderán una trampa, pues es envidiado por su compañero Danglars por su recién nombramiento y por Fernando, su mejor amigo quien está enamorado de su novia. Es acusado de ser un agente bonapartista y lo encarcelan sin juicio previo en la isla de If, lugar del que nadie sale vivo. En prisión se encuentra desolado y sucumbe a la desesperación. Pero un día, otro preso que en su intento por escapar cava por equivocación y llega a su celda, es el abate Faria, un hombre culto y sabio, que le abrirá las puertas del conocimiento. Faria se convierte en su instructor en varios temas, desde la historia, las matemáticas, el lenguaje, filosofía, idiomas, y química. Juntos, cavan hacia otro lado de la celda, intentado escapar del castillo. Como resultado de sus conversaciones con Faria, Dantés une las piezas de la traición. Faria le hace ver que la carta motivo del complot fue escrita con una mano izquierda (en un claro intento por modificar la caligrafía) y por un obvio odio hacia él. Edmond y Faria trabajan durante largas horas en el túnel para escapar, pero el viejo y frágil Faria está enfermo y viéndose moribundo, Faria le confía a Dantés el escondite de un gran tesoro en la isla de Montecristo. Edmundo logra escapar y cuando se da la oportunidad va en busca del tesoro. Ahora tendrá una fortuna para iniciar su venganza paro al paso del tiempo caminará hacia el perdón, para tener una vida mejor.
En la novela El conde de Montecristo, se menciona la isla Montecristo, la cual si existe y es un pequeño islote (10,39 km²) que forma parte del archipiélago Toscano de Italia.
Los sentimientos de Edmundo, son fieles y acordes a sus sufrimientos que al fin se verán compensados. Aquí un extracto de la novela, cuando Edmundo Dantés, encuentra el tesoro:
“Cayó de rodillas, apretando con sus manos convulsivas su corazón, que saltaba, y murmurando una oración ininteligible, sólo para el cielo. Esto hizo que se sintiese más tranquilo y feliz, porque empezó a creer en su felicidad”
En la película El conde de Montecristo, en la mazmorra hay una inscripción en la pared que dice: “DIOS ME DARÁ JUSTICIA”
¿Y qué nos enseña El Conde de Montecristo? Indudablemente la luz de la esperanza, el conocimiento y la perseverancia para no sucumbir, eso es lo que le abrieron a Edmundo Dantés, las puertas a la libertad. Dejar de lado la venganza, al reconciliarse con la vida misma, esa acción lo hace valiente y generoso, un triunfador ante la adversidad. El perdón fue su gran mérito, su tesoro real, para alcanzar una paz serena y consoladora.
Quien cuenta una historia a través de una ficción o acaso de una realidad, deja algo valioso para un mejor tránsito por esta vida. Corresponde a quien lo lee, si lo toma o no. Alexandre Dumas, nos hizo vibrar con sus grandes obras literarias, murió el 5 de diciembre de 1870.
Los hombres verdaderamente generosos están siempre dispuestos a ser compasivos cuando la desgracia de un enemigo sobrepasa los límites del odio hacia él”
El conde de Montecristo
que gran verdad plasmo en su obra del conde de montecristo que nos habla del perdon y con razon
ya que el perdon nos libera de sentimientos negativos como el odio, la venganza,y nos hace encontrar la paz interna que todo ser humano anhela.