Irapuato, Guanajuato.- “Se escucha cuando los bebés están llorando; los dejó al lado de otros muertos para que los cuiden”, así las palabras de Juan un embalsamador que contó parte de las vivencias que usualmente tiene al momento de trabajar en una funeraria.
En la sala de “arreglo”, donde trabaja Juan de 31 años de edad y 4 años como embalsamador, relató que parte de las vivencias que ha tenido en los últimos años, ha sido especialmente el arreglo de bebés que desafortunadamente han fallecido por diversas causas y que han sido llevados a la funeraria en la trabaja.
“Cuando llega un bebé, los meto en su cajita y habló con ellos, les digo aquí te voy a dejar al lado de esta persona (otro muerto), él te va a cuidar mientras regreso y se escucha que lloran, es algo muy triste, porque pareciera que ellos no saben que no alcanzaron a seguir viviendo”, dijo el embalsamador al momento de contar que supuestamente este hecho es habitual y normal.
El joven dijo que no es un trabajo sencillo arreglar a los muertos para que visualmente se vean bien, porque dijo que algunos llegan muy “destruidos” y es necesario buscar algunas cosas que sirvan para dar ese sentido de que aún están vivos.
“A veces llegan con el cráneo destruido y hay que acomodarlo; los familiares quieren llevarse un buen recuerdo, a veces hay que improvisar y se les pone una gorra o algo que tape la cabeza, hay que ser muy respetuoso”, dijo el empleado de la funeraria.
Juan finalmente contó “un día llegaron un par de chavos que los habían balaceado; puse mi música para concentrarme y me la pausaban; tuve que poner unos corridos de los que les gustan y fue la manera que me dejaron trabajar, suena algo loco, pero si pasan cosas raras, ya me acostumbré”, concluyó el irapuatense.