
Guanajuato, Guanajuato.- Gerardo Fernández Noroña estuvo en su elemento: los gritos de protesta de un sector estudiantil le ayudaron a plantearse como víctima de intolerancia y le dio oportunidad de contraetiquetar a sus críticos. Lo menos que les dijo fue “paniaguados”.
La anunciada “Tarde de Café”, organizada en el marco del III Encuentro Nacional de Estudiantes de Ciencia Política, se llevó a cabo entre gritos, reproches y hasta insultos, con un senador que estuvo en su elemento: aprovechar toda oportunidad para descalificar a quienes lo increparon.
Fernández Noroña comenzó con una exposición historicista desde la lucha de la izquierda con Cuauhtémoc Cárdenas, pero cuando llegó al momento de hablar de los gobiernos salinista y panista y acusar al panismo guanajuatense de ser el responsable de la situación en el país, el auditorio estalló.
Fueron minutos de intercambio de gritos, de señalamientos al senador y de respuestas descalificatoria de éste hacia las y los estudiantes que lo cuestionaban. No faltaron algunos empujones e intentos de tomar el escenario montado en el antiguo patio Jesuita.
Al frente del sillerío estaban estudiantes y docentes simpatizantes del invitado. Al fondo, en escaleras y portales, las y los críticos.
El mensaje del invitado no rebasó los 20 minutos efectivos en una hora, el resto fue de gritos de él y el auditorio: unos en contra, otros a favor, mientras que la académica Aidé Hernández García, formalmente moderadora, se perdía en sus intentos por darle orden al momento.
Fernández Noroña continuó con su línea: exaltar los logros de la Cuarta Transformación y descalificar a opositores.
A los cuestionamientos, perdidos entre la gritería de simpatizantes del morenista, él respondía con “barruntos”, “conjeturas”, “suposiciones” y “mentiras. Se levantó del sillón donde debería estar, según lo programado, para establecer una charla, y siempre tuvo la voz en alto, exasperado ante cuestionamientos por la violencia en el país, el asesinato de Carlos Manzo y, sobre todo, por la elección del Poder Judicial vigente. Quienes cuestionaron se identificaron como estudiantes de derecho y él les respondió: “no son de derecho, son de derecha”.
A pesar de los gritos, continuó con su exposición y presumió que los inconformes querían “reventar” el acto, pero que no lo lograron.
Se autodefinió de izquierda y humanista, mientras que la gritería le cuestionaba su incongruencia por la vida de lujos que presumía; él se dijo seguidor de las causas de los pueblos con un “¡larga vida a Cuba!” y otras arengas a favor de Palestina. “Soy hombre de izquierda comprometida con su pueblo y la humanidad”, insistió.
Lo acusaron de retórico y él respondió con un “respeto a la retórica de la derecha”. Luego apabulló con datos sobre los triunfos electorales morenistas, afirmó que el actual gobierno tiene un apoyo popular mayoritario “les guste o no les guste”.
A los gritos de “¡misógino!” respondió con frases de apoyo a la lucha a favor de los derechos de las mujeres y contraatacó con señalamientos al panismo guanajuatense por no garantizar el derecho al aborto.
Ya pasada la hora, casi a los 90 minutos de inicio del acto, llevado entre gritos en su mayor parte, un estudiante de Ciencias Políticas tomó la palabra y se dijo “orgullosamente de izquierda y militante de Morena” para hacer preguntas a modo y descalificar la anunciada marcha del 15 de noviembre”.
Fernández Noroña aprovechó el respiro para hablar a favor del gobierno del “compañero presidente” Andrés Manuel López Obrador y justificar la militarización del país, mientras los gritos de apoyo y de rechazo le obligaban a gritar y los organizadores aumentaron el volumen a las bocinas.
Se lanzó contra gobiernos anteriores al de Morena y encendió más los ánimos. Cuando se sumó a la descalificación a la marcha de la llamada “Generación Z” y afirmar que Carlos Manzo fue asesinado por pedir que lo vigilara su propia policía y que la Guardia Nacional cuidara el perímetro, la gritería aumentó.
Tras casi dos horas de “charla de café”, donde no hubo charla ni café”, Fernández Noroña se despidió con gritos de vivas a la Universidad de Guanajuato, a las y los estudiantes y la pluralidad de las ideas.
Esos gritos habían amainado ligeramente los gritos de rechazo cuando cerró con una arenga que volvió a encender los ánimos:
“¡Larga vida a la revolución sin violencia que es la cuarta transformación!”
Y a volver a empezar. El senador estuvo en su elemento y de nuevo será tema de la agenda mediática.