
León, Gto.
“Traviata” significa #descarriada” o mujer que cae en la ignominia, la que se extravía del camino recto. Giuseppe Verdi parte de esta concepción de la moral para enaltecer al amor romántico y cuestionar a la moral hipócrita.
La Traviata regresó por tercera vez al Teatro del Bicentenario. Ha sido producida en 2014 y 2018 y regresó para ser escenificada en un momento de conflicto interno, con trabajadores que reclaman mejores condiciones, la salida del director del recinto y las críticas a la secretaria de Cultura por los limitados resultados de su labor. Y eso pegó, pues en su primera función del jueves 5 de junio, la sala no se llenó.

La propuesta escénica corrió a cargo del leonés Luis Martín Solís como director escénico, para presentar una propuesta fresca, dinámica, moderna y espectacular a partir de recursos escenográficos mínimos.
Es una historia de amor al estilo del siglo XIX, inspirada en la novela “La dama de las camelias”, de Alejandro Dumas. Su primera función tuvo lugar el 6 de marzo de 1853 en el Teatro La Fenice de Venecia y pocos años después fue montada en el Teatro Nacional (antecedente de Bellas Artes) de México.

Violette Valéry (interpretada por la soprano Leticia de Altamirano en las funciones del 5 y el 8 de junio), una joven cortesana, se enamora de Alfredo Germont, un junior de la nobleza parisina, interpretado por el tenor Leonardo Sánchez.
En su primer acto se representa el afamadísimo dúo “Libiamo ne’ lieti calici” (bebamos alegremente de este vaso), donde un dúo canta a la frivolidad y el placer, en una representación que exige gran calidad en vocal y un gran trabajo coral. El Bicentenario cumplió y tenores y sopranos de fuera y locales dieron vida al momento más reconocido de la obra.

Alfredo, por decirlo en lenguaje moderno, “saca de trabajar” a Violette y viven su amor a raudales, pero esa felicidad los deja en la miseria, ya que el muchacho debe gastar su fortuna en satisfacer a su dama, acostumbrada a la buena vida.
Es entonces que aparece el padre de Alfredo, quien habla con Violette y le dice que tiene una hija que debe sacar con un hombre de dinero, pero éste pone como condición que se rompa el romance. Violette, por amor, manda a volar a Alfredo, para que la aburguesada familia recupere su posición económica.

Violette regresa a las andadas y Alfredo llega al lugar de la farra y ahí la humilla, sólo para ser despreciado por su propio padre y ser retado a duelo.
De ahí el desenlace del tercer acto: vuelve el suegro arrepentido (pero no con el rabo entre las patas) y regresa Alfredo, triunfante del duelo, en busca de la reconciliación. Demasiado tarde: ella estaba muy enferma.
El desenlace es el clásico del modelo cultural de ese siglo: la mujer que entra a la fatalidad nunca podrá salir de ella, por más que lo intente, y pagará cara su osadía. Las feministas tienen otros datos.

La obra es un clásico del romanticismo del siglo XIX y fue puesta en escena con una moderna coreografía a cargo de Érika Flores, con un Luis Martín Solís, prestigiado director de escena que regresó por unos días a su patria chica, que sacó provecho a un elenco mexicano, tanto nacional como local; coros y orquesta estuvieron a la altura y que cobijaron a un trabajo escenográfico moderno, versátil y contundente, para expresar con luces y movimientos de plataformas que construyen ambientes simbólicos. Gran trabajo de Fernando Feres: una visión elegante y actualizada del París del siglo XIX, fiel a la propuesta original.
La Ópera La Traviata, de Giuseppe Verdi sigue en el Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña, ubicado en el Forum Cultural, León, Guanajuato, con una función este sábado 7 de junio, a las 19:00 horas, y domingo 8 de junio, a las 18:00 horas.
Boletos: Disponibles en taquillas y Ticketmaster.
Dirección Musical: José Arian.
Escénica: Luis Martín Solís.
Orquesta del Teatro del Bicentenario y coros de la misma institución.
No se lo pierda.