Irapuato, Guanajuato.- Desde 1941 hasta 1977, la Arena Irapuato se alzó imponente en la esquina de 5 de Febrero y Revolución, erigiéndose como el templo de la lucha y el boxeo en la ciudad fresera. Nació sobre las cenizas de la Plaza de Toros La Constancia, como un refugio para los amantes del deporte, donde el público disfrutaba la elegancia del boxeo y el arte acrobático de la lucha libre.
Fue en esta arena donde leyendas de la talla de El Santo y Blue Demon demostraron su grandeza, arrancando aplausos de las butacas colmadas. Con la arena repleta de familias y jóvenes expectantes, el sonido de las cuerdas y los ecos de las máscaras impactando el suelo creaban un ambiente místico que permanecía en la memoria de quienes cruzaron sus puertas.
Irapuato, el lugar donde “los caminos de la patria se encontraron”, guarda ahora apenas un vestigio de aquella época. Hoy, el predio es un estacionamiento, donde aún sobreviven algunas columnas que sostenían el techo, y unos pocos arcos que recuerdan, entre el concreto y el olvido, las hazañas que dieron vida al deporte en tierras freseras.