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EL ESPEJO: Soy igual que tú, ostentó el chiquillo…

Sé que no he sido el mejor padre, comprendo que no siempre te he dado los mejores ejemplos y acepto que ese hecho no tiene justificación, solo quiero que sepas que eres lo que más amo en este mundo

Por Alice Juárez.

El cruel reflejo de su alma quedó de manifiesto esa tarde, ante la mirada atónita de quien presenció aquel hecho; más preguntas que respuestas y un profundo desconcierto. Aunque el reflejo curiosamente no provino de un espejo, resultó de los reclamos de aquel hijo hacia su padre.

Con los ojos sumamente abiertos y las lágrimas reprimidas, miraba atento aquellos gestos, cotejaba una a una aquellas muecas, escuchaba incrédulo las hirientes palabras que de la boca del muchacho emergían.

En un principio, trato de demostrar autoridad, pero entre más enérgico se mostraba los ánimos se abrasaban aún más, casi al grado de los golpes; le tocó ceder al padre y al tranquilizarse un poco, lagrimas brotaron de sus ojos y su voz se entrecortó al intentar departir unas palabras al muchacho aún segado de ira y haciendo alarde de sus ya clásicas rabietas, no alcanzó el padre a proferir expresión alguna cuando la voz del hijo le interrumpió abruptamente…

-Soy igual que tú- ostentó el chiquillo con una expresión sarcástica.

El padre lleno de impotencia, salió de la habitación y en su mente resonaban las palabras del muchacho, ¿cómo defenderse ante tal acusación?, en el fondo de su alma sabía que era verdad, esa mirada indolente, esos gestos tan monstruosos, esa ira desmedida, tantos y tantos reproches de absurdos sucesos tontos que nunca supero realmente, ¿Cómo exigir ahora a su hijo olvidarse del pasado, si el mismo ni siquiera lo había intentado?, si lo único que había en su corazón era rencor y falta de perdón hacía quienes en algún momento le habían ofendido, sin duda tenía razón el chiquillo, lo que esa tarde vio sólo fue su reflejo, el reflejo de su vida, el reflejo de su alma.

Después de haber reflexionado y ya más tranquilo esa tarde, entró de nueva cuenta el padre a la habitación del hijo y mirándole a los ojos expresó.

-Sé que no he sido el mejor padre, comprendo que no siempre te he dado los mejores ejemplos y acepto que ese hecho no tiene justificación, sólo quiero que sepas que eres lo que más amo en este mundo y que el ver mis errores reflejados en ti, me hicieron entender que mi vida requiere una transformación inmediata, sabes hijo; aunque te suene extraño ¡yo no quiero ser más como tú!, quiero mostrarte que puedo ser un mejor ser humano, alguien  que asume sus errores, que es capaz de superarlos, perdonarme y perdonar a los demás con ayuda de Dios.

Sé que muy pronto en vez de enfrentarme con reclamos, me miraras a los ojos y orgulloso me dirás

– ¡soy igual que tú, papá!

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