Carlo nació y se bautizó en el barrio de Chelsea, en el corazón de Londres. Sus padres no eran católicos practicantes, ¿de dónde le vino entonces una fe tan profunda y una unión con Dios tales que le llevaron a expresar ideas tan profundas como: “Si Dios posee nuestro corazón, poseeremos el infinito” o “Sin Él, no puedo hacer nada”.
Su niñera polaca, gran devota de Juan Pablo II, fue quien transmitió al pequeño Carlo un interés por la fe. A partir de ahí creció sin parar, llevando a su madre a apuntarse a unas clases de teología para responder a las muchas preguntas que hacía, y es que, como él decía: “Encuentra a Dios y encontrarás el sentido de tu vida”.
El niño Carlo “tiraba” de su madre para entrar en las Iglesias y “mandarle besos a Jesús”. Se enamoró del Señor: “Estar siempre unidos a Jesús, este es mi proyecto de vida”, proyecto que se fue forjando a través de los sacramentos. Pidió hacer la primera comunión a los siete años: “La Eucaristía es mi autopista para el cielo”.
A partir de ahí no dejó la Misa diaria, ni de hacer un rato de adoración delante del Santísimo, ni de rezar el rosario: “Después de la Eucaristía, el Santo Rosario es el arma más potente para combatir el demonio” y también le gustaba decir que: “El Rosario es la escalera más corta para subir al Cielo”.
“La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto”. Carlo evangelizó a su familia y lo sigue haciendo desde el cielo. Antonia Salzano, madre de Carlo, comentó en una entrevista que los hermanos pequeños de Carlo, quienes nacieron cuatro años después de de la muerte de éste, están “acostumbrados a tener un hermano Santo”.
Carlo tuvo que luchar muchísimo por vencerse en las cosas pequeñas. No comer tanta Nutella por ejemplo. Su conclusión era la siguiente: “¿De qué le sirve al hombre ganar una batalla, si no es capaz de vencer sus pasiones?”. Era popular entre sus compañeros, y les hacía reír en clase, pero se dio cuenta de que podía molestar. Así que ahí también se controlaba: Según él, “la santificación no es un proceso de suma, sino de resta. Menos yo para dejar espacio a Dios”.
“La vida es un regalo porque mientras estemos en este planeta, podemos incrementar nuestro nivel de caridad. Cuanto más alto sea, más disfrutaremos de la Eterna Bienaventuranza de Dios”. Carlo hacía el esfuerzo de amar a todos los que estaban a su alrededor. Sus primeros ahorros fueron para una persona sin techo a quien veía de camino a la Iglesia. Le compro un saco de dormir. Ayudó a muchas personas sin hogar, de tal modo que el día de su funeral, la Iglesia se llenó de pobres. Se hace realidad su frase de: “Lo que verdaderamente nos hará hermosos a los ojos de Dios será sólo la forma en que lo hemos amado y cómo hemos amado a nuestros hermanos”.
“Sólo los que hagan la voluntad de Dios serán verdaderamente libres”. Carlo aceptó su corta enfermedad como voluntad de Dios. Fue internado en el hospital y le diagnosticaron la peor leucemia. Murió ofreciendo sus sufrimientos por el Papa y la Iglesia, según él, “¡Criticar a la Iglesia significa criticarnos a nosotros mismos! La Iglesia es dispensadora de tesoros para nuestra salvación”.
Y la frase más conocida de Carlo: “Todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”. Con ella hacía alusión al deber que tenemos todos de hacer fructificar los talentos que Dios ha puesto en cada uno. Se daba cuenta que muchas personas no son ellas mismas, intentado ser como los demás.
“Nuestro Objetivo debe ser el Infinito, no el finito”. Desde el infinito Carlo sigue ayudando a muchos jóvenes a encontrarse con Dios. La página web miracolieucaristici.org que comenzó cuando tan solo tenía 11 años, tiene 160 paneles con los principales milagros eucarísticos que han recorrido más de 10.000 parroquias en todo el mundo. Él quería que todos comprendieran que “La Eucaristía es lo más increíble que hay en el mundo”.