Irapuato, Guanajuato.- Luego de la revolución se encaminó un nuevo proceso nacional de reacomodo de diversas actividades, de espacios productivos y quehaceres. Quien fue la gran beneficiaria de aquel entonces, la ciudad de México que comenzó a reunir cada vez mayor número de personas, más recursos y a necesitar mayor cantidad y variedad de productos debido a que la población perdía su calidad productora de bienes básicos, según una investigación realizada por Patricia Arias en el libro de su autoría “Irapuato el Bajío Profundo”, mismo del que se desprende dicha información.
Gracias a la posición de Irapuato en la red Ferrocarrilera según la autora, fue un factor decisivo para la ubicación de empresas que se interesaron en participar en el gran mercado que se convertía la capital del país. Un medio de transporte como el ferrocarril facilitaba el traslado a Irapuato de materias primas en grandes cantidades para la industria. Asimismo gracias a la extensión de línea troncal de ferrocarril al Sur Pacifico de Guadalajara hacía el estado de Nayarit fue un incentivo en este sentido. Dicha situación reactivó el trabajo y crecimiento de varias empresas surgidas en años porfirianos.
A su vez surgieron y arribaron nuevas empresas decididas en aprovechar los nuevos tiempos. Regularmente se trató de empresas medianas y grandes con tecnología moderna con productos dirigidos al mercado nacional y de la región. Dicha industrialización fue heterogénea y variada, se elaboraban alimentos y productos básicos como harinas de trigo, jabón, calzado, cigarros, además fue importante la producción de bienes intermedios como pieles, materiales de fundición.
Los años que transcurrieron entre 1920 y 1940 fueron para Irapuato de gran crecimiento, novedades en el sector industrial y laboral. El campo se sintió amenazado por la revolución.
Según el censo de 1921 la población del municipio se repartía de manera similar, es decir por mitad, entre el campo y la ciudad de los 41339 Irapuatenses, 20657 vivían en la ciudad, mientras que 20682 vivían en el espacio rural.
La época industrial impulsó a muchas personas que se dedicaban al campo a emigrar a la capital con el objetivo de solucionar sus problemas, aunque no sería fácil pues 9183 Irapuatenses de más de 10 años no sabían leer ni escribir, condición en el estado no solo en dicho municipio.