Irapuato

Villa Navideña = Villa de desilusiones

villanavidena

Irapuato, Guanajuato. 

Había una gran fila de personas esperando pasar a la Villa Navideña de Irapuato; algunas de ellas hablaban de lo divertido que iba a ser subirse a una tirolesa o bien los más pequeños deslizarse en una de las rampas con nieve que fueron instaladas en este lugar.

En la entrada de la Villa Navideña se encuentra un cubículo en el que venden juguetes a 15 pesos como parte del “boleto” de ingreso a este lugar; los juguetes al parecer van a ser repartidos a niños es escasos recursos, sin embargo los juguetes pudiera decirse que no valen esa cantidad.

Carritos de plástico, pistolitas, muñecas, especialmente son los juguetes que estaban vendiendo, todos ellos de muy mala calidad, aunque el detalle no era ese, sino llevar alegría a niños que piensan en la llegada de los Reyes Magos y que posiblemente no iban a tener el gusto de visita.

En la fila había tres pequeños, dos de cinco años y una niña de siete años, todos ellos estaban maravillados de ver como otros niños se ponían unos patines para ser usados en hielo o bien se subían a una tabla de deslizarse.

“En veinte minutos entran, todos van a alcanzar” decía uno de los empleados a cargo de la Villa Navideña; el joven que estaba vendiendo los juguetes, le preguntaba a sus “compañeros”, pues seguían llegando personas, entre ellas una familia originaria de Guanajuato, capital que era conformada por los papás y tres niños.

Llegó el momento de pasar, la fila empezó a avanzar después de 25 minutos de estar parados; sin embargo se detuvo cuando iban a entrar los capitalinos y los tres niños con sus tíos, Gael, Romina y María, comenzaron a llorar, pues estaban ilusionados de pasar un día agradable en la Villa.

“Lo sentimos sólo pasan 85 personas, no sabemos sino les dijeron, pero ustedes tiene que venir hasta mañana” dijo una de las organizadores que mencionó que el joven que estaba vendiendo los juguetes no era parte de su equipo y que si les había prometido un lugar a los niños, no era su problema.

Los capitalinos con sus hijos y los otros tres menores con sus tíos, pidieron entrar, eran los únicos que se habían quedado fuera, pero la respuesta fue no, la respuesta acabo al menos con esa pequeña ilusión que habían tenido esos niños.

Los juguetes, fueron obsequiados por las dos familias, diciendo que los habían comprado para cooperar y que no servían de nada en sus manos, si el objetivo era cumplir con la ilusión de llenar una pequeña cara con una sonrisa.

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