
Manuel Doblado, Guanajuato.- La transición de secundaria a la preparatoria se ha convertido en el eslabón más débil del sistema educativo local, con factores sociales y económicos que dificultan la continuidad escolar.
Aunque la secundaria debería ser el trampolín hacia un futuro académico más amplio, en el municipio de Manuel Doblado representa, para muchos jóvenes, el punto final de su educación formal.
De acuerdo con Odalis Juárez, directora de Educación municipal, la mayor deserción educativa se concentra en este paso entre secundaria y bachillerato, etapa en la que los adolescentes enfrentan decisiones cruciales condicionadas por la realidad que los rodea.
“Muchos alumnos ya no quieren seguir estudiando porque tienen familiares en Estados Unidos y optan por migrar, o porque necesitan trabajar para apoyar a sus familias o cubrir sus propios gastos”, afirmó la funcionaria municipal.
A pesar de que el municipio ofrece un programa de becas, el apoyo resulta insuficiente ante la magnitud del problema.
Los jóvenes que abandonan la escuela suelen incorporarse al mercado laboral en condiciones precarias. “Trabajan en carpinterías, construcción, tiendas de abarrotes o fruterías, principalmente como cargadores. Son jornadas pesadas y salarios bajos, pero para ellos ganar 1,200 pesos a la semana ya es significativo”, explicó la funcionaria.
El fenómeno no se debe a la falta de espacios educativos. En el municipio existen tres opciones de bachillerato: el CBTIS 174, el SABES y el Instituto Dobladense, este último de carácter particular. Sin embargo, muchos estudiantes prefieren trasladarse a otras localidades como San Francisco del Rincón, en busca de mejores oportunidades académicas o simplemente por un cambio de entorno.
La situación se agrava con un dato preocupante: el 20.8% de los alumnos ni siquiera concluyen la secundaria, muchos de ellos a pocos meses de graduarse. “Es común que empiecen a trabajar en las tardes y, al ver ingresos inmediatos, pierdan interés en la escuela”, señaló Odalis Juárez.
El caso de Manuel Doblado pone en evidencia que la continuidad educativa no depende solo de la existencia de escuelas, sino de condiciones económicas, familiares y sociales que permitan a los jóvenes imaginar un futuro donde estudiar valga la pena.