Irapuato, Guanajuato.- La presa del Conejo que un día llegó a inundar a Irapuato, hoy luce seca, azolvada y con sembradíos en su interior. La otra situación que prevalece en esta zona es la cantidad de fosas clandestinas que han sido descubiertas.
La presa situada por el camino Arandas a Romita ya ha dejado de ser ese afluente que un 18 de agosto del año de 1973 convirtió a Irapuato en un lago.
A la fecha prácticamente se acabó la caja de tierra con la que contaba, es decir, ya no tiene gran profundidad, porque se ha ido llenando de tierra y ahora se usa para sembrar especialmente garbanzo.
El afluente que estaría por cumplir 50 años desde que se desbordó, aunado a que está vacía y ya casi no se nota que tenga profundidad, también ya es un punto en el que de manera frecuente es usada la zona para enterrar los cuerpos de personas de manera clandestina.
Tan sólo en el año 2023 se contabilizaron 9 hallazgos de cuerpos en esta zona, situación que la pone como un lugar peligroso en el que de acuerdo a las estadísticas cada mes y medio, son encontrados cuerpos de personas enterradas.
La presa El Conejo se sitúa a unos cinco kilómetros del cuarto cinturón vial por el bulevar Arandas y a unos cuantos metros del libramiento carretero Irapuato-Abasolo.
