Por MakaBrown
La raza ya estaba más que relajada. El semáforo en amarillo y el calor que ya anunciaba la primavera definitivamente antojaba unas pinches cervezas bien heladas.
Los centros comerciales comenzaron a abrir, así como los restaurantes y bares. El turismo comenzó a llegar a los pueblos mágicos y a las playas. Esto era solamente el relajamiento que estábamos esperando para el contrataque mortal.
-¿Cómo va la mutación? me preguntó Ken Lee Yougo.
-Bien… ha ido evolucionando perfecto, le decía mientras le mostraba un tubo de ensaye.
-Hemos cambiado las llaves. La vacuna de Faiser, Senek y la Esputin B ya sabían qué rollo para combatir el coronavirus. Lo que no sabían era que podíamos mutarlo rápidamente para cumplir con nuestro objetivo: destruir a la humanidad.
Podíamos soltar la nueva mutación del virus, solamente estaba pendiente que nos confirmaran si lo hacíamos en Inglaterra, en Brasil o en México, concretamente en Guanajuato capital.
La orden del jefe ya estaba lista: sería en Guanajuato. Podríamos aprovechar que mientras “El Güero” se la pasa haciendo TikToks con transexuales por los callejones de Guanajuato, la mutación la podríamos soltar en cualquiera de los tres puntos analizados: en las momias… en la subterránea o bien desde El Pípila.
En el comando teníamos un par de drones lo suficientemente poderosos como para bañar literalmente del nuevo virus a la ciudad en menos de veintiún minutos. La idea era hacerlo desde la Panorámica, nadie lo notaria. La pareja de turistas que aparentemente estaban en el mirador, eran precisamente los que estarían monitoreando el trabajo de los drones.
“La Cuarta Ola” como lo denominábamos, ya estaba más que lista. Todos estaban ocupados y entretenidos en asuntos que creían importantes. Los tomaríamos desprevenidos, y la humanidad podría desaparecer en menos de dos meses…. A menos que estuvieran vacunados con la dosis que teníamos en un hermético maletín secreto.
Si tardaron más de un año en producir apenas unas cuantas vacunas, con este virus mutante no tendrían tiempo para nada. Esta modalidad del coronavirus además de ingresar por el sistema respiratorio, lo hacía por el contacto con la piel. Los síntomas ahora eran diferentes, de hecho el primero era que comenzaban a perder la vista en cuestión de segundos. Un minuto con seis segundos era el tiempo para dejar a la persona infectada en total ceguera.
Todo estaba listo, de hecho se acababan de ir unas personas que andaban totalmente pérdidas en El Pípila. Bajamos el par de drones: “Drugía” y “Guta” (en honor a los demonios de la enfermedad y la muerte).
Desde el cielo, Drugía y Guta soltarían el nuevo virus que daría fin con todo lo creado por el hombre. No había marcha atrás. Solamente esperábamos la señal para echarlos a volar.
De lejos monitoreábamos a la pareja de los supuestos novios turistas. Dentro de nuestro vehículo las computadoras repentinamente se apagaron, y un fuerte ruido se escuchó en el techo. Como si hubiera caído una piedra.
Salimos de pronto, con nuestras armas biológicas… no tuvimos tiempo para nada. Ahí estaba “Él”, tanto habíamos escuchado que nos parecía increíble verlo en persona. La silueta con su capa negra no dejaba dudas, el líder de los vampiros guanajuatenses estaba en nuestras narices.
“Son unos pobres pendejos” nos dijo. No tenía nada más que decir. Su poder mental nos debilitó tanto que caímos de rodillas contra el pavimento. Antes de que pudiéramos reaccionar los cinco que llevábamos la misión de la “Cuarta Ola” estábamos amarrados y a nuestro alrededor en un círculo estaban todos aquellos vampiros de la Dinastía Maka. Lso doce vampiros de Guanajuato y al frente el MakaBrown.
“Hicieron encabronar a El Jefe”, nos dijo. Pasaron sesenta y seis segundos y ahora todo era oscuridad. El virus mutante lo teníamos en nuestro cuerpo. “La Cuarta Ola” quedó a nada se acabar con la humanidad.
Ahora estamos aquí… suponemos que es una mina abandonada. Estamos en el fondo y no tenemos forma de salir… nuestra cuarta ola, fracasó.