Cuerámaro, Guanajuato.- Afuera del mercado Miguel Hidalgo en Cuerámaro, una camioneta cargada con carne, se estaciona y con calma de ahí sacan la “chuleta”, la acomodan en una carretilla y la llevan a alguna de las carnicerías que hay en el interior.
La imagen parece normal, porque ese vehículo llega de forma tranquila, “no estorba”, incluso adelante hay otras unidades estacionadas en lo que podría ser un segundo carril o parte de los comerciantes que están en la calle.
La carne que se observa es de cerdo, la carretilla descolorida y sin ninguna cobertura se encuentra al lado de su “chófer”, un hombre con una bata “semi-blanca” con manchas de sangre y la parte trasera ya abierta, por lo que parece ser el uso habitual que le da.
Al costado del “comprador” que pudiera ser un carnicero, se encuentran los vendedores; un par de jóvenes, uno de ellos con vestimenta deportiva que sólo ve como el cueramarense escoge la mercancía.
Pasada un poco más de media hora, la carne es llevada a la carnicería y de ahí comenzará a venderse a la población.
Hay que recordar que supuestamente que los animales que son sacrificados en un rastro para que su carne sea vendida, no puede tocar el piso, hasta que llegue a la carnicería o punto acordado para la entrega.