A la una de la tarde de este lunes, el corazón de José Juan García dejó de latir, luego de estar casi tres días internado en el Hospital de Magdalena de las Salinas del IMSS, en la Ciudad de México.
A sus 28 años, se convirtió en una víctima más de la explosión del ducto de Pemex en Tlahuelilpan, Hidalgo.
José Juan se ganaba la vida recolectando botellas de plástico que vendía para sacar adelante a su familia, a su esposa y sus tres pequeñas hijas, narró su madre Florencia Porras, quien llegó en silla de ruedas al hospital, para bendecir, todavía en vida, a su hijo.
Mi hijo me estaba esperando, le hablé y abrió uno de sus ojos, movió su cuerpo. Le dije que Dios lo bendiga y se fue. Él tiene tres hijas de nueve, cinco y tres años. Le prometí que yo iba a estar al pendiente de ellas”, afirmó.
Por lo que haya hecho, por lo que me haya hecho yo lo perdono. A mi hijo le ganó la curiosidad de ir a ver dónde estaban todos llevándose la gasolina y por eso ya no está aquí”, relató entre lágrimas la madre de José Juan.
No obstante, el dolor y el diagnóstico reservado de los médicos, la esperanza de los familiares se mantiene firme.
Es el caso de la familia de Rafael, un ingeniero automotriz de 30 años que se encuentra internado, también en la Unidad Médica de Alta especialidad Magdalena de las Salinas del IMSS.
Su hermano, José Alfredo Jiménez pide al presidente Andrés Manuel López Obrador que no se escatime en la atención médica, hasta lograr el completo restablecimiento de los heridos.
Los médicos no nos dan muchas esperanzas y eso es muy doloroso porque los doctores deben hacer todo lo que se puede para salvar vidas.
Por eso le pido al presidente que nos apoye, tanto a nosotros como a los demás heridos que están en estado grave, que nos apoyen con mejores médicos, más especializados, más aparatos para poder salvar sus vidas”, señaló.