“Ser niño, en la actualidad,
significa estar en peligro”.
Abel Pérez Rojas.
Opinión.- Conforme fue avanzando la humanidad se fueron acordando códigos, no necesariamente escritos, que delimitaban la barbarie en situaciones de enfrentamientos armados. Fue el caso del acuerdo en el que los niños, las personas con discapacidad, los ancianos y las mujeres embarazadas quedaban protegidos en caso de un conflicto.
Si no se acataba ésta y otras reglas, quienes las infringían podían hacerse acreedores a fuertes sanciones por tribunales internacionales y podían ser juzgados por crímenes de lesa humanidad.
Al parecer parte de las reglas de antaño han quedado atrás. Al menos en muchos lugares los niños han dejado de ser objeto de daños colaterales para convertirse en objetivos y foco de ataques premeditados, es decir, son blanco intencional.
En un comunicado de prensa difundido esta semana, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha declarado que el 2014 ha sido un año devastador para la infancia del mundo, pues al menos 15 millones de los 230 millones de menores que viven en países y zonas de conflictos armados, han quedado atrapados entre bandos enemigos en países como: República Centroafricana, Irak, Sudán del Sur, el Estado de Palestina, Siria y Ucrania.
En el panorama sombrío descrito por Unicef se afirma:
“En 2014, cientos de niños fueron secuestrados en sus escuelas o de camino a la escuela. Decenas de miles fueron reclutados o utilizados por fuerzas y grupos armados. En muchos lugares han aumentado los ataques a la educación y los servicios de salud y el uso de las escuelas con fines militares”.
Se entiende que los niños han pasado a ser un blanco deliberado debido a su estado de indefensión, a las ventajas que puede representar su adoctrinamiento en el proceso de reclutamiento militar forzado, al dolor que se les puede ocasionar a sus padres y en general a una comunidad cuando los niños son atacados arteramente.
Por otra parte los ataques que no acaban con la vida de los niños, garantizan que la secuela de dolor, miedo e impotencia, trascienda cuando menos una generación más, situación que no necesariamente se consolida tratándose de adultos.
En el recuento anual de Unicef se mencionan entre otros datos los referentes a los 10 mil niños que pudieran haber sido reclutados por los grupos armados en la República Centroafricana, los 35 ataques a escuelas en Siria, donde hay 1,7 millones de niños refugiados; en Irak “al menos 700 niños han sido mutilados, asesinados o incluso ejecutados este año”.
El concentrado de cifras que la Unicef pone a disposición de la opinión pública para verificar lo anterior puede consultarse en la siguiente dirección electrónica: goo.gl/TdiWyd.
Se entiende que la atención del informe se centra en zonas declaradas en guerra o con conflictos armados, tal vez por ese motivo no se incluye la preocupante situación de los infantes en México, pero después de ver el resumen Children and emergencies in 2014. Facts & Figures, realmente se puede afirmar que no hay una marcada diferencia entre los niños de aquellos lugares y los mexicanos o quienes transitan por territorio nacional.
Por ejemplo, de acuerdo al trabajo de Shaila Rosagel, publicado en Sinembargo.mx, en el cual recaba cifras de organizaciones no gubernamentales, en lo que fue la primeraa mitad de este año, en nuestro país “existen 45 mil niños desaparecidos y una lista oficial de 3 mil averiguaciones previas por menores robados durante el último año y medio, que son sustraídos para explotación sexual, venta y tráfico de órganos”.
Por supuesto que la realidad plasmada en las cifras anteriores están reflejando la operación de redes delincuenciales que tienen por blanco deliberado a las niñas y niños nacionales y migrantes que transitan por nuestro país.
Tiene razón Unicef en calificar el 2014 como un “año devastador para la infancia”, pero se queda corto su recuento al no incluir otras zonas no declaradas formalmente en guerra ¿o no?