La gente comenzaba a llegar, todos vestidos de negro. Yo estaba sentada ahí, en la sala quería rezar y pedir perdón. Pero no podía, además de que ya era demasiado tarde. Los cirios estaban encendidos, uno en cada esquina de la caja. Ahí descansaba Ana. Mis brazos aún tenían las marcas de aquel día, de aquel trágico día.
Unos lloraban, y otros rezaban. “Padre nuestro que estás en el cielo…”. No podía concentrarme, no podía pensar en nada, sólo sabía que era una pendeja ¿Qué hice Dios mío? ¿Qué hice?. De pronto sentí una mano que se posó sobre mi hombro. Era la policía. ¿Erika? . Afirmé con la cabeza. Me tomaron con discreción, tal vez por respeto a los dolientes y me subieron a la patrulla.
Todo comenzó aquel día en que fuimos por unas tecates. Ana me andaba presumiendo su nuevo cel, le dije que estaba poca madre. Y que teníamos que celebrarlo con unas tecates. Apenas y teníamos catorce años, pero el calor era insoportable y realmente se antojaban unas buenas cheves.
Sólo compramos un six, pero fue más que suficiente para ponernos a reír a carcajadas y a jurarnos amor eterno. Ana me abrazaba y de pronto lloraba recordando a su mamá. Le dije que no estuviera triste, que mejor pensara en chicos. Le pareció buena la idea y pronto cambio su actitud. Tomamos su nuevo teléfono y comenzamos a tomarnos fotos. Unas eran cachondas y provocativas, y poco a poco fueron subiendo de tono, “sigues tu” me dijo, mientras tomaba el teléfono y me quitaba la blusa. No paraba de tomar fotos, parecía tan extasiada como yo misma. Nos tomamos la última tecate y nos quedamos dormidas en su recamara. Abrazadas, sintiendo nuestro calor más que de amigas, de unas hermanas.
Pasaron los meses y cada una tomó su rumbo. Entramos a la preparatoria y comenzó la fiebre de subir fotografías al Facebook. En un mal día, Ana subió aquellas fotos al face, le pregunté que qué onda con eso, que no me parecía. De hecho las eliminó cuando me dijo que se le había hecho fácil, además de decirme que era hermosa. Pero ya era demasiado tarde, varios de nuestros contactos ya las habían visto, incluso algunos las habían bajado.
Eso fue más que suficiente para que mi vida cambiara. Es como si de un día para otro se me hubiera metido satanás en el alma. Todo el amor que tenía hacia Ana, se convirtió en odio. Era la chica que más odiaba en el planeta. ¡Había echado a perder mi vida! Y lo tenía que pagar.. caro… muy caro.
Poco a poco comencé a planear la venganza. En el face publiqué, “Puede que parezca muy calmada, pero en mi cabeza te he matado al menos tres veces”. Un buen día, cuando ella regresó de su clase de zumba, le llamé por teléfono y le dije que si nos podíamos ver en su casa. Se le hizo un poco raro que le llamara, pues nos habíamos distanciado desde hacía tiempo. Me dijo que sí, que ahí me esperaría.
Ya habían pasado casi dos años de aquel día en que nos tomamos las cervezas…. y las fotos. A una cuadra de casa de Ana vende unos raspados muy ricos. Compré dos. Uno de vainilla que era el preferido de mi “amiga” y otro de chamoy.
-¡Erika!, pásale, me dijo entusiasmada cuando abrió la puerta.
-Mira te traje de tu sabor favorito, le dije mientras le daba el raspado de vainilla.
-Mejor te hubieras traído un sixcito, me dijo mientras se reía.
Notó que no me causó la menor gracia su comentario y se puso un poco seria.
Pasamos a su recámara, como lo hacía desde mucho tiempo atrás. Su casa la conocía a la perfección. Era casi como de su familia.
Encendió la tele, mientras veíamos platicabamos.
-Vuelvo, voy al baño, le dije.
-Por favor… estás en tu casa, no me digas por favor, repetía mi amiga como una muestra de hospitalidad.
– No fui al baño. Me dirigí hacia la cocina y la verdad, ni siquiera lo dudé, tomé el cuchillo y lo escondí con mi mano por la espalda.
Ana estaba en la cama de espaldas, viendo la televisión. Ni siquiera escuchó cuando entré.
Un demonio entro en mi cuerpo y me dijo “¡Hazlo!” “¡Hazlo!”, mientras a mi mente llegaban los comentarios de algunos conocidos que vieron aquella foto. “¡Estás preciosa mami!”, “¡eres muy guapa!” .
El primero fue el difícil. Lo enterré en el centro, fue un golpe certero que dejé ir con toda mi furia, con todo mi enojo, con toda mi maldad.
-¿Qué pasó?, ¿qué pasó?, me decía Ana confundida cuando comenzó a sentir su tibia sangre por la espalda.
-¡Muere!, ¡muere!, le decía cada vez que le clavaba el cuchillo en diferentes partes.
Intentó defenderse un poco, sólo al principio. Pero poco a poco fue perdiendo fuerza, su cuarto parecía una verdadera carnicería. Una, dos, tres, cuatro veces… diez veces… cincuenta… no sé cuántas veces entró el cuchillo en su cuerpo. Todo quedo regado de sangre. Luego de unos minutos, ahí quedó tendida.
Fui al baño y me lavé la cara y los brazos. Alcancé a cortarme un poco por el forcejeo, pero lo difícil ya estaba hecho.
Tiré el cuchillo en la basura y me fui a mi casa. El demonio había salido de mí cuerpo. Satanás me dejo en paz por un momento y fue de pronto cuando recapacité, realmente estaba arrepentida y confundida por lo que acababa de hacer.
Prendí mi compu y sólo pude tuitear: “Soy una pendeja, qué hice”.
Un dolor inmenso llego a mi cuerpo, quería quitarme la vida para poder ahogar el gran dolor que me embargaba. No pude. Simplemente no pude.
Al otro día mi remordimiento de conciencia fue tan grande, que no pude evitar asistir al funeral. La gente comenzaba a llegar, todos vestidos de negro. Yo estaba sentada ahí, en la sala, quería rezar y pedir perdón. Pero no podía, además, ya era demasiado tarde. Tres veces la había matado en mi mente, la cuarta, la real, fue la que se la llevó.
Por: Maka Brown
#NotusNoticias
“La cuarta muerte” es un cuento de la mente del autor, cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.
Pues para mi punto de vista ibeo herandy ya dio declaración al dictarle sentencia es obeo k ya dijo lo que paso, a la familia le duele porque anel ya esta muerta y no puede defenderce pero tal vez sea lo que en vdd pasó nadie sabe solo ellas, tal vez el cuento sea cruel pero tiene algo d sierto ,tal vez si eran lesbianas tal vez no apenas ellas, lo que si no estoy deacuerdo es en la forma d morir anel eso ni a mi enemigo se lo deseo y eso que soy d sangre fría y mente fría pero fue mamada,dios la tiene a su lado y ya dejenla descanzar empaz,ella se mira que era buena niña ya dejen de decir idioteces
mamadas
que mamadas deberían respetar a ambas familias y ponerse en su lugar, es una gran falta de ética andar publicando semejante porquería que idiota puede llegar a ser la gente.
Nada que ver con lo que realmente paso. Espero la gente no crea esta nareacion tan drogada.como el qje la escribio. Investiguen anyes de creer estas tonteras!!
QUE PEX XON ÉSTA NARACIÓN TANTO IRREAL
Así es, es un cuento, escrito en primera persona, muy al estilo del colaborador Maka Brown.