A vueltas con el cuerpo

esteban_filosofo

-1.- Cuerpo, patria del deseo. Cuerpo caótico; cuerpo pulsante; vibración musical perenne. Tierra fértil donde palabras y silencios hunden sus raíces hasta entretejerse. Cuerpo: cicatrices de tiempo; carne herida por la historia. Cuerpo hecho poesía, ocaso de la biología; cuerpo: geografía erótica, extensa, excedida por un resto inasible que permite la reescritura.

0.- Mirada enigmática abierta al mundo. Mirada aguda, sagaz y penetrante adentrándose en los escollos más recónditos; buscas seductoramente, lanzas telarañas en todas direcciones y al mismo tiempo a ninguna. Mirada entrecruzada por luces y sombras: claroscuro fundador. Mirada que mira sin verse; mirada que abarca todo y al mismo tiempo un resto se le escapa. Más importante: mirada como objeto de deseo. Mirada provocadora de múltiples deseos. Mirada reflejada en las pupilas del otro cuando roza su ser sin capturarlo; cuando apenas lo toca como espectro de luz en el alféizar.

1.- Pie que camina y desgasta su planta entre asfalto y rocas calientes. Pie trota mundos, en tu andar se abren senderos vírgenes; pie delicado, sedoso e incansable; ante todo, el erotismo no te olvida. Te reclama. Pie descalzo que hunde sus huellas en las cicatrices del otro; recorre incansable los empedrados laberintos porosos de la piel. Los labios recorren tu orografía hasta cimbrar las placas más profundas.

2.- Cuello suave. Olor a arándanos, sabor a cinco continentes. Cuello, cuna de la tentación; manos, nariz y labios pelean tu territorio. Cuello pagano, asilo de la flama pasional que enciende los rincones del ser; en tus curvas el tiempo se evapora; el instante en tus laderas resbala derrotado como miel escurriendo. Cuello impuro, profano, diabólico; puente carnal entre el vicio y el dulce elíxir que tus poros segregan.

3.- Cabello: bosque con caminos ocultos que la caricia abre como leñador. Zarzal interminable con aroma frutal; entre tus ramas los dedos luchan incansables por tomarte y siempre te escapas juguetón. Cabello enmarañado, rebelde: sinfín de estalactitas que atraen la mirada. Cabello tambaleante, frágil y al mismo tiempo fuerza que no sucumbe. Antinomia del ser. Cabello que enreda sus filamentos entre las seducciones del amante: nunca atrapa o captura; antes bien, frota al ser por un instante y se aleja, tan caótico como en un inicio.

A ti…

ESTEBAN ARELLANO GARCIA
Director en conjunto de la revista de filosofía, psicoanálisis y cultura Intempestivas
Correo Electrónico: estif_calleros[a]hotmail.com
Deja un comentario con tu cuenta de Facebook

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button