El siglo XX fue nido de grandes acontecimientos: científicos, políticos y artísticos[1]. Pensemos algunos de éstos: las contribuciones propuestas por Einstein detonaron la linealidad del tiempo y el espacio; así, el físico planteará nuevos retos epistémicos que reformularán lo propuesto por Newton y Kant. Las dos guerras mundiales tuvieron lugar en el escenario circunscrito por las relaciones técnico-económico-políticas que aquella época abonó. El mundo fue testigo de los movimientos subversivos que el surrealismo imprimió en lienzos y en arcilla. El pensamiento moderno, herencia de Descartes, también cambió sus paradigmas cuando Freud dio cuenta que el yo no es dueño de su casa. Asimismo, el lenguaje, desde Saussure hasta Heidegger (pasando por Wittgenstein y Lacan) dejó de ser considerado instrumento de comunicación para problematizarse a lo largo del siglo: Saussure mostrará que existe una relación lógica del lenguaje para dar significación, es decir, la palabra es vacía y no refiere la cosa; Lacan dará cuenta que el sujeto[2] no es dueño de las palabras que enuncia, antes bien, es efecto de éstas; Heidegger, antes que pensar al lenguaje como instrumento comunicacional, lo pensará a lo largo de su trayecto como aquél que permite clarear al ser: “Lenguaje es advenimiento del ser mismo, que aclara y oculta.”[3] Aquí una de las improntas del filósofo alemán.
La importancia que Heidegger dará al lenguaje es gracias a que éste permite el advenimiento y apertura del ser: advenimiento tendrá que entenderse como relámpago [die Lichtung] que irrumpe en la oscuridad de la noche y vuelve a desaparecer, nunca como presencia absoluta. Aquí una linde del filósofo alemán con el movimiento fenomenológico de su época: la fenomenología tenderá a mostrar las cosas en su totalidad y dejarlas presentes. Ahí un punto de quiebre intelectual entre Heidegger y su maestro Husserl. Al igual que con el fenomenólogo, el filósofo alemán toma distancia de las ciencias y la técnica cuyo propósito, a decir del pensador, será forzar a que la naturaleza aparezca y pueda medirse, violentando así su apertura para utilizarla, suministrarla o transformarla. Volviendo la vista hacia el lenguaje y su relación con el ser: el primero nunca dirá la totalidad del segundo; éste termina escapándose de las redes de la palabra: sin embargo, la palabra permite, en su evocación, el fugaz aparecer del ser de las cosas en un breve parpadeo. Las cosas en el mundo del hombre no están condicionadas a un uso cerrado. Antes bien, las cosas se nos dan: se hacen presentes [es gibt] al momento de enunciarlas. En su enunciación las cosas toman una pluralidad de sentidos y no estarán determinadas a la univocidad. Ahí la apertura del mundo. El mundo se abre a una posibilidad infinita de metáforas para habitarlo; peculiaridad del hombre: éste, a diferencia del animal y la planta, es el único hablante. Ser hablante, para Heidegger, permite la apertura al mundo: el hombre es el único que hace mundo y lo habita. Si el mundo fuera cerrado y las cosas no estuvieran en la apertura del decir, el hombre no tendría una distinción con la no-apertura del animal ni con la planta y la piedra carentes de mundo. Por ello, Heidegger dará gran importancia a los pensadores y poetas. Ellos le devolverán al lenguaje su apertura antes de considerarlo un instrumento que comunica y permanece cerrado al uso concreto. Poetas y pensadores darán cuenta de la esencialidad del lenguaje y lo colocarán más del lado de la apertura del ser que del lado de la comunicación.
Antes que dar por finalizado el problema del lenguaje, el maestro de Meßkirch piensa en su radicalidad las posibilidades de éste. Heidegger es un pensador del siglo XX que llevará a replantear, entre tantas cosas, las costas del lenguaje y sus implicaciones. Aún persisten sus herencias en el pensamiento del siglo XXI. Las consecuencias del descentramiento que el filósofo hace del lenguaje, la palabra y el habla es una tarea aún por venir. Falta mucho por pensar a partir de la filosofía del filósofo alemán. Sin duda sus improntas labran la tierra del pensamiento del siglo en curso.
[2] No se entienda el sujeto clásico de la epistemología.
[3] Heidegger, Martin. Carta sobre el <<humanismo>> en Hitos. Alianza Editorial, España, 2007, p. 269.