Huanímaro, Guanajuato. – La maestra Soledad Zavala Vargas es una de las personas más ilustres que los huanimarenses recuerdan con cariño, una persona dedicada a la enseñanza y a la formación de niños y jóvenes, nació en el municipio de Puruándiro, Michoacán, el 7 de marzo de 1905, y fue bautizada en la parroquia del Señor de la Salud.
Fue la hija menor de Germán Zavala, originario del Rodeo de San Antonio, y Francisca Vargas, originaria de Santana (actualmente Isaac Arriaga), tenía dos hermanos, Teódulo, y Jesús María.
Soledad Zavala, cariñosamente conocida como “la maestra Chole”, llegó a Huanímaro alrededor de 1925 y rápidamente se ganó el aprecio de sus alumnos y colegas. Aunque inicialmente trabajó en la oficina de telégrafos en su ciudad natal Puruándiro, su verdadera pasión era la enseñanza ganando menos que lo que ganaba en telégrafos. Comenzó su labor como maestra en la Escuela Nacional, actualmente conocida como la escuela Constituyentes del 57, mientras estaba como directora Victoria Romero, anteriormente la escuela se encontraba en la casa que está frente al Templo de Nuestra Señora de Guadalupe.
Su compromiso con la educación fue puesto a prueba durante la llamada guerra cristera, cuando fue cesada de su cargo en dos ocasiones por negarse a adherirse a movimientos políticos, pues ella era muy católica y se habría negado a firmar actas para pertenecer a el movimiento antirreligioso del gobierno de Plutarco Elías Calles.
La maestra optó por mudarse y estuvo trabajando en Cuerámaro, ya al final del movimiento antirreligioso regresó a Huanímaro a seguir dando clases, aunque después tuvo que suspender el trabajo por un tiempo, ya que tuvo una hija llamada María de la Luz, con Antonio Ayala, hermano del expresidente Luis Ayala Curiel, lamentablemente María de la Luz falleció a temprana edad.
Soledad Zavala Vargas, no dejó el magisterio sino hasta su jubilación, siendo la educadora de la juventud huanimarense por más de 50 años.
Además de su labor como educadora, la maestra “Chole” era conocida por su generosidad y bondad hacia los más necesitados. A menudo sacrificaba su propia comodidad y bienestar para ayudar a quienes lo necesitaban, mostrando un espíritu altruista.
Entre sus pasatiempos, la maestra Soledad disfrutaba de la costura en punto de cruz y el bordado, demostrando su amor por el detalle. También era una entusiasta del baile y la música, dejando anécdotas entrañables de su participación en celebraciones y eventos locales.
A pesar de su carácter enérgico y su disciplina en el aula, Soledad Zavala siempre fue reconocida por su compromiso con la formación integral de sus alumnos, brindándoles apoyo y dedicación incluso más allá del horario escolar.
La maestra murió el 21 de septiembre de 1996, a los 91 años de edad, y está sepultada en el panteón municipal de Huanímaro.
Es importante señalar que la información recabada fue posible gracias a Carlos Andrés Ruiz Vera cronista de Huanímaro.