Ser vampiro… en tiempos del coronavirus (cuento)

"Pueden sentirse orgullosos, pueden levantar la cabeza y sonreír. Señores: ¡Tenemos la vacuna contra el coronavirus!”, anunció en un grito de júbilo.

“Qué no vaya a faltar ninguno”, dijo el amo. “¡Ninguno!”, recalcó con un grito que se escuchó hasta el fondo de la mina de la Valenciana.

MakaShondy, MakaWey y MakaDraka salieron por la oscuridad de la ciudad en busca de todos los integrantes
de la Dinastía.

-“¡Es una jalada!”, dijo Makawey.

-“Ya ni la hagas de emoción”, dijo el Makadraka. “De seguro debe ser algo muuuuuy cabrón. Lo que no entendí
si también se requiere la presencia de los lobos.

-“¡No manches, esos weyes para qué los quieres!”, contestó Makashondy.

Cuando por fin estuvo toda la Dinastía en el Templo de la Oscuridad, el jefe se veía con la cara dura, entre
encabronado y enérgico. Para los que le conocíamos bien, no podíamos pasar desapercibida la sonrisa
que ocultaba lo fuer te de su rostro.

Lucía impresionante, con su traje negro y su gabardina. Siempre limpio, siempre perfecto. Siempre de
negro y con su gran personalidad. Siempre líder.

“¡Señores… señoritas!. El momento ha llegado. Nuestro momento ha llegado. Hemos esperado esta situación
durante miles de siglos. Los vampiros de hace siglos, los que ya no están, los eternos, los novatos”, decía emocionado su discurso.

-“La humanidad está pasando por la gran crisis que todos ustedes conocen. El virus ha golpeteado
fuertemente a una de nuestras ciudades más antiguas. Los humanos se están muriendo, y no tienen idea
de cómo acabar con el virus que los está eliminando”.

Los rostros de todos los vampiros estaban esperando el mensaje de MakaBrown, el líder de la Dinastía. Ninguno parpadeaba, ni le perdía un segundo de atención al mensaje del Maka.

-“Pueden sentirse orgullosos, pueden levantar la cabeza y sonreír. Señores: ¡Tenemos la vacuna contra el coronavirus!”, anunció en un grito de júbilo. “Nuestro equipo de compañeros mejor preparados y capacitados originarios de aquí de Guanajuato han encontrado la tan anhelada vacuna”.

Un grito ensordecedor se escuchó en toda la cueva. Todos sonreían y levantaban los brazos. La felicidad era total en toda la congregación. La sangre había escaseado los últimos meses y los vampiros se habían debilitado tanto, que incluso algunos estaban literalmente en los huesos.

Sabían que mientras más humanos hubiera, habría más sangre para todos. Principalmente la sangre de doncella, la más anhelada por todos.

Maka Brown continuó con su discurso: “Como todo beneficio conlleva un sacrificio, les explico en qué consiste
la vacuna”. Hizo una pausa y continuó: “Tuvimos que sacrificar a los bebés. A nuestros pequeños seres de
la oscuridad”.

Un grito de horror y reproche se escuchó entre los vampiros, principalmente entre las vampiras.

Maka continuó como si no se hubiese dado cuenta de sus cuchicheos: “No es tan trágica la medida que hemos tomado. Únicamente se han sacrificado seiscientos murciélagos. Lo más pequeños. Los más inocentes.”

-“Se ha creado un caldo suficiente para que cada uno de ustedes lo ingiera, y al tener el contacto directo con los humanos, podremos inyectar la dosis de la vacuna al mismo tiempo que succionamos su sangre”.

MakaShondy, aquella sensual vampira se limpiaba las lágrimas que escurrían por sus mejillas. Tenía los sentimientos encontrados. Por una parte se sentía feliz el sólo pensar que volvería a beber sangre fresca. Y por otra parte pensar en el sacrificio de aquellos pequeños murciélaguitos que tuvieron que dar su vida para seguir dando vida eterna.

“Miembros de la Dinastía Maka… pasen por su ración, beban, disfruten, y vayan a todos los pueblos
del mundo. Aún hay gente que cree que el virus es una farsa. Los pueden encontrar en las
fiestas, en los bares, caminando por los callejones y plazuelas de Guanajuato. No es necesario buscar
mucho. Desde la panorámica pueden observarlos para ir por su ser, por su sangre y con eso salvarles
su vida y convertirlos en parte de nuestra Dinastía”

“Vampiros de Guanajuato, vayamos por esta sangre. No piensen en el sacrificio hecho. Piensen en el beneficio
que tendremos al salvar a la humanidad. Bebamos y brindemos”, mientras decía esto alzaba con sus
dos manos una copa servida con la vacuna, esta vacuna que daría fin a los tiempos difíciles en los tiempos
de virus… del coronavirus.

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