¿Realmente había algo que celebrar?

niña mexicana

El pasado 15 de septiembre, un buen motivo para saludar amigos y familiares acompañados de un buen pozole y una fría cerveza había llegado. La verdad, estaba medio desmoralizado, por todo lo que leía en las redes sociales, “que no fueran al Zócalo”, “que dejaran sólo al Peña Nieto”, “que no había absolutamente NADA que celebrar”.

Llegamos a la casa de una tía de mi esposa (ya saben que donde manda capitán, no gobierna marinero). En lo que estaba listo el pozole me recosté un rato. Tenía sueño, estaba literalmente muerto por todo el trabajo de los últimos días, y un pequeño descansito no me caía tan mal.

Intente ver qué comentarios había en las redes… ¡ya saben!, los memes del Peña Nieto previo al tradicional grito de Independencia. Pero me quede sin saldo y la tía no tenía internet. Prendí la tele, como hacía muchos meses no lo hacía. Tampoco tenía cable. Solamente se veía Televisa. (mmmmmmmmm).  ¿Televisa? Ja, ja. Pensé que jamás la volvería a ver.

-¡Ya qué!, pensé.  A mi lado estaba mi pequeña de siete años. Le explicaba por qué la Independencia de México y por qué había tanta gente (omití lo de las tortas y la Banda Limón). Intenté de la manera más sencilla explicarle el protocolo del saludo a la bandera, mientras Peña Nieto sujetaba firmemente la bandera con ambas manos.

-¡Mira qué bonito vestido!, me decía mi pequeña señalando a la Gaviota.

-Si, es bonito, le contestaba mientras por mi mente pasaba la cantidad de impuestos que me descuentan en cada quincena de trabajo.

Con la flojera de aquel “Grito de Independencia”,  me encontraba  recostado en la cama. Los “vivas” sin fuerza y sin ganas, las tomas de la televisora más que cuidadas, así como el audio, me repiqueteaban en la cabeza, diciéndome ¿por qué chingados estás viendo esto?. Vivimos un México jodido, lleno de injusticia, donde todo es cada vez más caro, donde la inseguridad es el primer problema y donde el hambre de los mexicanos es el verdadero grito de dolor.

No había nada que festejar. NADA que celebrar. De pronto, una pequeña vocecita comenzó a entonar el Himno Nacional a todo pulmón. Firme y frente al televisor, mi pequeña cantaba… “Mexicanos al grito de guerra…” . Con la mirada me dijo todo.  ¡¡¡Papá!!! ¿¿no piensas cantar??.

Me sentí tan apenado por el ejemplo que me daba mi niña. Me puse de pie y la acompañé … “ … y retiemble en su centro la tierraaaaaa, al sonooooooro rugir del cañón….”. en su sonrisa podía ver el orgullo de ser mexicana, el orgullo de ser guanajuatense,  contenta con su bandera y con su himno. Con NUESTRA bandera y con NUESTRO himno.

El rico aroma del pozole llegó hasta la habitación de la tía. Mi idea cambio en un instante.

Tenemos mucho que celebrar. Independientemente de la situación por la que atraviesa el país… esto es pasajero. Tengo fe en que México será mejor. Tengo el compromiso de dejarle un mejor país a mi pequeña, a mis hijos… a las nuevas generaciones de mexicanos que confían en nosotros para un mejor rumbo. Vendrán mejores años. Vendrán verdaderos gritos de guerra…. Que se escucharán al sonoro rugir del cañón, un cañón llamado “justicia y libertad”.

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