Las rosas del 14 -cuento-

Esa noche cancelé la salida con mi novia, y le dije que la vería al día siguiente, yo no tenía cabeza para más nada que no fuera pensar en mi experiencia con esa entrega

La noche del 14 de febrero, día del Amor y de la Amistad, era un momento de mucho trabajo para nosotros, lo digo porque yo trabajaba en una florería y desde que empieza el día, hasta ya entrada la noche, muchas personas solicitaban nuestros servicios de entrega de flores a domicilio sobre todo ahora en esta pandemia que estamos viviendo.

Yo acababa de regresar de mi última entrega del día, antes que mis compañeros y ya casi estaba por irme, pero recibimos la llamada de un hombre solicitando el servicio, para mí fue muy frustrante, porque me sentía cansado y la neta tenía planes con mi nalguita, pero pensé que no me vendría mal una feriecilla extra.

Atendí al caballero, por su voz parecía un hombre de edad media, hablaba muy pausadamente y me dijo:

-Buenas noches, necesito que le entreguen un ramo de rosas a mi novia, hoy es una fecha muy especial para nosotros, mi nombre es José Alcantara y la dirección a la que la debe llevar es esta, yo estaré para pagarle.
-Perfecto, voy en camino.

La dirección que medió era un poco extraña, algo alejada de las rutas normales, pero mi idea era ir, entregar y regresar lo más pronto posible. Durante el camino me di cuenta de que era una zona apartada, realmente habían pocas casas en el área, aun así llegué a mi destino.

En el lugar había una pequeña casa, nada extraordinario, pero parecía que no había nadie allí, las luces estaban apagadas, dejé la moto y me acerqué con el ramo en las manos. Toqué la puerta, llamé al señor José, pero nadie me contestó, marqué el número de teléfono que tenía registrado del cual me llamó para hacer el pedido y fue entonces cuando desde adentro de la casa escuché tono, dejándome saber que estaba en el lugar correcto y quien quiera que fuera que hizo el pedido, se encontraba también ahí.

Antes de colgar la llamada, una tenue luz que provenía desde adentro me hizo asomarme por la ventana, resulta que aquella luz era de un viejo celular, tal vez el utilizado por el cliente, pero lo más extraño fue que cada vez que parpadeaba la luz del celular, dejaba ver la silueta de dos personas sentadas en una mesa una frente a la otra, mas no se movían, al menos no que yo lo notara.

En fin, me molesté un poco, me sentía ignorado, así que decidí irme sin hacer la entrega, pero mientras caminaba de regreso a mi moto para retirarme, recibí una llamada del señor José, yo le respondí algo irritado.

-Caballero, llevo varios minutos afuera de su casa esperando que me atienda para hacer la entrega, sin embargo usted no sale, y puedo ver que está allí sentado, si esto es una broma me voy a retirar enseguida.

-Lo siento mucho joven, por favor no se moleste, vaya por la puerta de atrás, la dejaré abierta para que pueda entrar, aquí tengo su dinero.

La verdad que era un tipo muy raro, pero yo quería terminar e irme de aquel lugar así que me dirigí como él me dijo a la parte de atrás de la casa, al aproximarme cada vez más, un olor a podrido muy penetrante se internaba en mi nariz, era algo asqueroso, el patio era muy oscuro y sucio, yo trataba de mirar donde ponía mis pies, y por suerte lo hice, porque descubrí un enorme agujero en el suelo, tendría varios metros de profundidad, lo alumbré con la pantalla de mi teléfono y quedé impresionado y asustado al ver tal vez cientos de gusanos intentando salir de allí, era asqueroso.

Antes de que pudiera ponerme a vomitar de lo asqueado que estaba, una mano abrió la puerta trasera, fue lo único que pude ver, así que asumí que era el señor Jose. Tapándome con una mano la boca y la nariz para no guacarear, entré lentamente a la casa que seguía oscura, pero lo peor era que el olor a podrido era mucho más intenso adentro.

-Señor José?…aquí traigo el pedido de rosas…hay alguien?

Otra vez silencio, me acerqué a la mesa donde se podían ver las dos personas sentadas, a cada paso me detenía a toser y vomitar por el olor, las dos personas no se movían, ni me hablaban, las alucé y fue cuando sentí que todo mi cuerpo se iba a desvanecer, mi corazón saldría del pecho seguro, aquellas dos personas no eran más que dos cadáveres podridos, llenos de gusanos e insectos que aún les devoraban la carne, estaban todos llenos de tierra y claramente eran un hombre y una mujer y esta vez sí me miraban a la cara, yo tiré el ramo al suelo y salí corriendo de aquel lugar, estaba seguro que esos cuerpos habían salido de ese agujero de allí afuera, no entendía nada, ya era cuestión de supervivencia.

Llegué a la moto tratando de recobrar el aliento, la arranqué y me fui lo más rápido que pude, al llegar de vuelta a la florería, le dije a mi jefe que intentaron asaltarme y no pude cobrar el pedido, yo era buen empleado así que no me indagó más.

Esa noche cancelé la salida con mi novia, y le dije que la vería al día siguiente, yo no tenía cabeza para más nada que no fuera pensar en mi experiencia con esa entrega, decidí buscar en internet el nombre de José Alcantara, luego de un rato, encontré un artículo acerca de una pareja que fue descubierta muerta y enterrada en su propia casa la noche de un 14 de febrero hace unos cuantos años, al parecer decidieron suicidarse.

Ya me quedaba dormido, cuando recibí una llamada, esta vez de un número desconocido, aunque reconocí la voz del que llamaba y solo me dijo:

-Joven, a mi esposa le encantaron las rosas, pero se fue sin cobrar y nos apena, pronto le pagaremos.

Luego de eso, renuncié a mi trabajo, ALV!!.

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