Juan Silveti Mañon “El gran torero de Guanajuato”

Iniciador de una dinastía torera, una personalidad del todo singular y el diestro más emblemático y más querido de todos

“Juan sin miedo” y “Tigre de Guanajuato”, algunos de los apodos que se ganó a bien el torero

Guanajuato, Gto.- La casa número 24 de la calle San Sebastián, en el barrio del mismo nombre, vio nacer el 8 de marzo de 1893 y transitar por sus calles a un niño que con el tiempo seria uno de los más celebres toreros de México.

Juan Silveti, apodado “El tigre de Guanajuato”, hijo de padre español y madre mexicana, desde niño fue un jovencito enamorado y jugador, mostrando una gran afición por los tapados de gallos y las corridas de toros.

Juan Silveti, apodado “El tigre de Guanajuato”

La mama de “Juan sin miedo” como también le llamaban le pedía todo el tiempo que dejara ese “oficio” tan peligroso y Juan no atendía esas suplicas y adolescente ya hacia sus “pininos” en los corrales del rastro con las vacas y novillos.

Para alejarlo de esta afición sus padres lo enviaron a un colegio religioso y como buen guanajuatense, también sintió una atracción por la mina, así, de minero en sirena, pudo reunir un poco de dinero con el que se trasladó a la capital de la república llevando fija la idea de ser torero y la fe de que tenía todo para serlo: habilidad, valor y arte.

Este guanajuatense por fin vio realizados sus sueños cuando recibió la alternativa como matador de toros en 1916, del gran diestro mexicano de Nonoalco, Luis Freg, en la plaza “El Toreo” enfrentándose a 6 bravos de Piedras Negras.

Ese mismo año después de triunfar en grandes ruedos salto a España donde Rafael Gómez “El Gallo” le confirmo su calidad de matador en la Plaza de Toros de Barcelona en 1917, por lo que pudo alternar y convivir con los mejores toreros de ese tiempo.

El arrogante Juan Silveti llamó la atención en todos los lugares donde paseó su arrogante y varonil figura, vestido de charro con su gran puro y mechón de pelo sobre la frente, con el que cubría su cicatriz causada en los propios combates.

Fue su valentía y fuerza lo que le valieron algunos apodos como “Juan sin miedo” y “Tigre de Guanajuato”.

Posteriormente se retiró de los toros y se fue a vivir a Sudamérica por un tiempo, después regresos a su país donde vio triunfar a sus hijos Juan y Juan Antonio Silveti que le hicieron honor a su padre, como grandes toreros.

Juan Silveti falleció el 10 de septiembre en el Hospital Militar de México en el año 1956 y sus restos fueron sepultados en el Panteón Francés de San Joaquín.

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