Por Esaú González
TW: @PeriodicoNotus
Cuerámaro, Guanajuato.- Hace algunos años conocí a un hombre de edad avanzada que presentaba más vitalidad que un adolescente se trataba de Gonzalo Ramírez Ortiz, “Gonzita”; hoy termina un ciclo de historia andando, de pensamientos llenos de patriotismo al municipio que lo vio nacer, Cuerámaro.
En aquellos años, Gonzita fue un excelente guía a la zona arqueológica de Chiqueritos; en su andanza no le importaban los caminos, él los hacía y de forma muy apasionada en cada paso que daba, iba relatando de su tan querido Cuerámaro.
Los jueves, ese hombre lleno de historia aparte de pasar la semana en el archivo histórico, iba a cantar con sus amigos y compañeros de andanzas, con ellos disfrutaba de la poseía, de las letras campiranas y de los sonsonetes mexicanos de la guitarra.
En una casa muy “natural” situada en la comunidad de El Platanal, Gonzita daba rienda suelta a su imaginación y egolatría por a la historia en un cuarto que había acondicionado con una gran librería y objetos como fósiles encontrados en sus recorridos a pie.
Antes de llegar parte de la “modernidad” a Cuerámaro, Gonzita iba de El Platanal a la cabecera municipal en un burro que lo acompañaba a diario y que de repente olvidaba en el centro, pero por el tipo de recorrido el animal regresaba a casa sin necesidad de que alguien lo manejará.
Gonzalo Ramírez, se la pasaba viajando a los Estados Unidos con algunos familiares o a municipios de Guanajuato a escuchar a otros cronistas con conversaciones de la historia de la entidad, en las que él no paraba de recitar la belleza de su pueblo natal Cuerámaro.
Hace poco más de cuatro años, Gonzita fue homenajeado en un festival de cortometrajes, ahí se recordó parte de su magia y entre sus palabras dijo “soy un hombre agradecido, no le temo a la muerte, le temo a que se olvide la historia y estoy dentro de ella”.
