Breves Instantes, José Vasconcelos “El maestro de América”

martha_herrera_bannerSu nombre completo es José María Albino Vasconcelos Calderón, nació en Oaxaca, el 27 de febrero de 1882. Fue un intelectual y un hombre que debe de considerarse versátil en su actuar, así como valiente e innovador,  percusor de nobles ideales. Fue abogado, político, escritor, educador, funcionario público y filósofo. Autor de una saga de novelas autobiográficas que muestran datos específicos del  proceso de la desintegración del porfiriato,  del impulso  y triunfo de la Revolución mexicana y del inicio de la etapa post-revolucionaria.

En su juventud, residió en Sásabe población del estado mexicano de Sonora,  Piedras Negras, Coahuila y realizo viajes por varias ciudades del país. En la ciudad de México ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria y posteriormente a la de Jurisprudencia. Fue  abogado en 1907. Perteneció a la generación del Ateneo de la Juventud, después llamado  Ateneo de México el cual presidió en 1909. Invitado por Francisco I. Madero, se unió a la campaña presidencial y participó en el movimiento revolucionario de 1910.

Ocupo un importante cargo en la Universidad Nacional el 9 de junio de 1920 al 12 de octubre de 1921. Su espíritu Iberoamericano queda reflejado en el escudo de la UNAM.

El 29 de Septiembre de 1921, Álvaro Obregón, publica el decreto de crear la Secretaria de Educación Pública y el 12 de octubre de 1921 recae en José Vasconcelos el honor de ser su primer titular,  culminando sus servicios en 1924. Fue un destacado funcionario público que se caracterizó por su disciplina, así su voluntad  férrea y sincera, notablemente apasionada  e inspirada por donde conduce su actuar por instaurar una Secretaría de Educación Pública con columnas fuertes y contundentes, que ennoblecieran la actuación del servicio educativo. Organizó a la Secretaria en tres departamentos:

El Departamento Escolar en el cual se integraron todos los niveles educativos, desde el jardín de infancia hasta la universidad.
El Departamento de Bibliotecas, con el objeto de garantizar materiales de lectura para apoyar la educación en todos los niveles, y
El Departamento de Bellas Artes, para coordinar las actividades artísticas complementarias de la educación.
Impulsó la educación popular, creó bibliotecas y celebró con gran éxito la primera Exposición del Libro en el Palacio de Minería; a través de un amplio programa de publicaciones, editó una serie de clásicos de la literatura universal, la revista El Maestro y el semanario La Antorcha. Estableció las escuelas rurales en el campo con el fin de unificar el país culturalmente; entre ellas destacan las Casas del Pueblo (la escuela rural), que convocaron a las comunidades a un esfuerzo de alfabetización, instrucción de diversas habilidades y conocimientos y de un desarrollo de la vida social, mejorando las técnicas de producción, formando con sus propios medios a los maestros rurales quienes dieron vida a las Misiones Culturales, que fueron fundadas en 1923.

En el ámbito del arte, resaltó la admirable  pintura mural que se desarrollaba en México con una ferviente calidad, para destacar artísticamente  los muros de los edificios de la nación y de la propia Sectaria de Educación Pública, en manos de pintores como: Diego Rivera, Jose Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros por mencionar algunos.

En 1924 presentó su candidatura a la gubernatura del estado de Oaxaca, pero perdió y se exilió del país. Regreso en 1928 y contiende  para la Presidencia de la República pero perdió ante Pascual Ortiz Rubio, a lo que considero un fraude electoral.

Una de sus magnas obras es “Ulises el Criollo”, vida del autor, escrita por el mismo. Es una  novela autobiográfica y es considerada una de las obras en prosa más importantes del siglo X X. Fue escrita durante su exilio en 1929. El nombre de “Ulises Criollo” es una referencia al protagonista de “La Odisea”, con el cual el mismo Vasconcelos se compara por el tema del exilio de su patria. José Vasconcelos haciendo acopio a su memoria narra sus recuerdos de  infancia, hace descripciones tangibles sobre Sasabe  el pequeño pueblo en el desierto de Sonora, sus desazones y amenazas que predominaban en el ambiente como la falta de agua, o el ataque fiero y asesino de los apaches. Sus terroríficas preocupaciones  nocturnas  a la hora de dormir. Las previsiones y los consejos de sus padres, así como la siempre latente  imagen  de una madre amorosa.

Aquí uno de sus párrafos:

“Mis primeros recuerdos emergen de una sensación acariciante y melodiosa. Era yo retozo en el regazo materno. Sentíame prolongación física, porción apenas seccionada de una presencia tibia y protectora, casi divina. La voz entrañable de mi madre orientaba mis pensamientos, determinaba mis impulsos. Se diría que un cordón umbilical invisible y de carácter volitivo me ataba a ella y perduraba muchos años después de la ruptura del lazo fisiológico. Sin voluntad segura, invariablemente volvía al refugio de la zona amparada por sus brazos. Rememoro con efusiva complacencia aquel mundo provisional del complejo madre-hijo.”

Vasconcelos nos trasmite su sentir con respecto al movimiento maderista al ser partícipe del mismo. Nos da una gran visión de lo que aconteció y sus protagonistas, personas de verdad que se juzgaran por su actuar ya en sus firmes y nobles ideales o como asesinos sanguinarios transgresores  que quebrantaron al país con oscuros propósitos.

Otros párrafos de Ulises Criollo:

“Incendiaron la Nueva Era, periódico independiente, y saquearon casas de vencidos. Y donde no quedó piedra sobre piedra fue en la finca de los Madero, por la Colonia Juárez. No era propiedad del ex presidente, sino de sus padres. Y éstos la habían construido con dineros ganados en la industria; nunca uno solo de ellos había disfrutado de cargos gubernamentales. Ni uno solo de los parientes de Madero construyó casa propia durante el período de su gobierno. Ningún maderista funcionario se había enriquecido. Pues todo esto irritaba al nuevo orden de cosas. ¿Cómo iban a perdonar a una familia honrada y a un presidente sin tacha los que más tarde, convertidos en huertistas o carrancistas o en callistas, habían de levantar una colonia nueva en el sitio más costoso de la ciudad? Movida por el instinto que admira al ladrón y desprecia al hombre honesto, la plebe se ensaño en la casa de los Madero. Había que destruir hasta los cimientos de la honradez. Y desapareció el modesto hogar paterno del presidente honrado”

“Tras de varios días de zozobra, una mañana publicaron los diarios el boletín oficial de la muerte de Madero. Sin fuerza para leer los detalles, miré fijamente los encabezados. Un dolor no exento de consuelo raro me revelaba caminos incomprensibles del destino de las naciones. En la primera parada me bajé del tranvía y, llorando, caminé por la calzada de Tacubaya. Anduve cerca de una hora y al pasar frente a la casa de los Valles, desde el balcón, Adolfo me llamó y me hizo entrar. Allí encontré una situación penosa. Valles había ya renunciado su cargo, pero algunos familiares de su esposa figuraban en el nuevo régimen. Sin embargo, con bondad sincera y cortesía perfecta, me retuvieron hasta la hora del almuerzo”

“Al llegar a mi casa me daba vergüenza abrazar a mis hijos, me sentía humillado de legarles una patria envilecida… ¡Nuestro país no se merecía a Madero, había dicho Adolfo!…”

Su obra literaria, filosófica, histórica y pedagógica es abundante, destacando obras como Historia y antología del pensamiento filosófico (1926), Sociología genética y sistemática (1927), El acto ideatorio (1934), Ulises Criollo (1935), La tormenta (1936), El desastre (1938), El Proconsulado (1939), Positivismo, neo positivismo y fenomenología (1941), El peligro del hombre (1942), México (apuntamientos de cultura patria) (1943), entre otras.

Falleció el 30 de junio de 1959 en la ciudad de México.

Propuso el famoso lema que identifica a la Universidad Nacional Autónoma de México:

“Por mi raza hablará el espíritu”

 

 

 

 

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