Tensa calma en el callejón del Beso: sigue el conflicto entre propietaria y fotógrafos

Ahora la dueña de “la casa de Ana” es acusada de agresión física a “pesetero”

Guanajuato, Gto. – Vienen días de fiesta en la capital del estado y uno de sus sitios más visitados por el turismo, el Callejón del Beso, vive una tensa calma luego de que Norma Gámez, dueña de ‘La casa de Ana’ en dicho callejón, fuera detenida por la policía municipal tras presuntamente haber golpeado a un fotógrafo e insultado a personal de Fiscalización y Control de la presidencia municipal.

En la primera semana de agosto, la propietaria cerró el acceso a la finca en protesta por agresiones verbales de fotógrafos que también laboran en la zona. En esa ocasión colocó una manta en la que acusaba a sus competidores y declaraba cierre indefinido. La queja duró sólo un par de semanas. Norma Gámez las retiró y continuó ofreciendo el servicio de cobrar por las fotos.

Orígenes del mito

Las dos casas del conflicto se ubican al sur de la Plaza de los Ángeles, en subida hacia el cerro del Gallo. Ahí confluye un callejón con apenas 65 centímetros entre dos casas: una marcada con el número 8 y otra con el 9.

La casa del lado izquierdo (vista desde la plaza de Los Ángeles), sí teníoa su balcón, no así la de enfrente, que tenía una rústica terraza. Con el paso del tiempo sus propietarios la remodelaron y luego le hicieron balcón.

Es en ese espacio donde en la década de los sesentas del siglo pasado, cuando la ciudad empezó a ser destino turístico de localidad sin playas, los lugareños inventaron la leyenda de una pareja de enamorados que tiene un final trágico.

Originalmente la casa más humilde era la de la mujer (a la que identificaban como “Carmen”) y al hombre, que llamaban “Luis”, era la más terminada.

Gracias a las películas filmadas en la ciudad, el callejón se convirtió en uno de los más populares espacios visitados. La costumbre iniciada fue una foto de un beso en pareja en el tercer escalón, para que fueran siete años de amor; de no hacerlo, eran siete años de mala suerte.

Como la leyenda decía que la rica era la mujer, la que fue casa de “Luis” se convirtió en casa de “Ana” y la que fue de “Carmen” pasó a ser de “Carlos”.

El conflicto por las fotos

Se hizo Para la década de los ochenta, era común que los fotógrafos ofrecieran dos tipos de servicios: una foto económica, mandada a revelar a imprimir en los diversos estudios de fotografía que había en la ciudad y la instantánea, tomada con Polaroid, que costaba más y duraba menos.

Los primeros conflictos fueron entre fotógrafos ambulantes que pelearon por tener el lugar como “plaza exclusiva”.

El conflicto habría de agravarse a finales del siglo pasado y principios del actual: el rollo fotográfico cedió su lugar a la impresión láser y el uso de cámaras digitales.

De las pugnas entre fotógrafos se pasó al de las confrontaciones con visitantes: que preferían usar su teléfono celular a comprar una foto.

Fue entonces que negociaron con las personas propietarias de las casas para que la mejor foto fuera desde los balcones. Ahí se recuperó el negocio, pues cobraban por entrar a las fincas y la foto era obligada.

Regularmente, las y los turistas subían a la casa correspondiente. Los dueños cobraban 50 pesos y los fotógrafos otro tanto por la gráfica.

En 2022 el asunto se complicó. La dueña de la llamada “casa de Ana” (la del lado izquierdo) decidió poner una tienda con venta de recuerdos y, como propietaria privada, creó su propio negocio de fotografía.

Se trata de una integrante de la familia Gámez, un grupo de combativas mujeres que han participado en organizaciones de comerciantes tanto fijos como ambulantes.

Los fotógrafos, que también son ambulantes, argumentaron que les despojaba de su trabajo y empezó el conflicto con insultos y amagos de violencia.

El diferendo entre la dueña de la casa, que también vende artesanías, y los fotógrafos estalló por vez primera en mayo de 2022.

En octubre de ese mismo año de nuevo hubo problemas. Los fotógrafos reclaman exclusividad para tomar fotos de los besos en el balcón y la dueña de la casa argumenta que es propiedad privada y ella puede ofrecer también el servicio.

Tras el cierre a principios de octubre, la presidencia municipal hizo algunos arreglos en la zona, entre ellos los de colocar un dispositivo electrónico que informara a los turistas sobre la leyenda del callejón, hecho que generó rechazo en los guías que hacían esa labor.

La confrontación tiene su más reciente hecho registrado el domingo pasado, cuando Norma Gámez presuntamente habría sido responsable de golpear a un fotógrafo de 63 años, mismos con los que han tenido conflictos constantes derivado de los permisos de la dirección de Turismo para tomar fotos en el callejón, por los que en diversas ocasiones, se han reportado agresiones mutuas.

El hombre, al que apodan “El Pirrín”, denunció el hecho a una mujer policía, quien fue insultada por la agresora. Llegaron más policías, la detuvieron y, tras pagar su multa por faltas administrativas, quedó en libertad.

Amagos de expropiación

Autoridades municipales mediaron en el conflicto y lograron que las partes firmaran un acuerdo, mismo que –se acusan mutuamente- no han cumplido.

Tras una etapa de reconciliación, las relaciones entre ambas partes continuaron tensas -con enfrentamientos verbales, empujones y demandas penales.

Por lo anterior, el presidente municipal de Guanajuato, Alejandro Navarro Saldaña, anunció que promoverá la expropiación de las casas ubicadas al lado del Callejón del Beso.

Especialistas en derecho, empero, han aclarado que no hay sustento legal para tal medida.

Vienen días de turismo y el ambiente está ríspido en el amoroso callejón del Beso.

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