Sobre las Olas

Crónica capitalina de una de sus múltiples festividades

-Papá, entonces si vamos a ir mañana a la Presa.

-Si te levantas sí…

-No manches, es a la una de la tarde.

-Por eso mismo, por eso mismo.

Al otro día, eran las once de la mañana y todos en casa dormían. No hay escuela y es día feriado en la ciudad de Guanajuato.

Obviamente mi hijo Luis no se despertó. Los demás nos arreglamos y teníamos un dilema: ir en auto o en el transporte urbano. De por sí, diariamente es casi imposible encontrar estacionamiento, este día en especial sería una locura.

El primer camión que nos llevaría hacia el centro desde la zona sur fue algo relativamente sencillo. Hasta asiento alcanzamos. Pero al llegar a la antigua Ford -hoy Aurrera- fue una verdadera odisea. Todo Guanajuato, pero neta… todo Guanajuato esperando el ansiado camión que dijera “Presa”.

Los camiones iban al full. Me recordaban aquellas imágenes cuando los migrantes iban arriba de La Bestia. Más o menos así. Unos arriba de otros, literal. No cabía un pinche alfiler en ninguno de ellos.

Caminar era una opción, porque ni taxis ni uber. Pero caminar era algo así como más de una hora. De hecho ya era la una de la tarde. Les dije, les dije, levántense temprano. Otra opción era mejor regresarnos a casa y ponernos a descansar. Pero… algo en mi mente me decía que luego de vivir veinticinco años en la capital guanajuatense, ya era justo ir a una Apertura de la Presa. Mínimo para que no me la cuenten. Aunque he visto muchos videos y fotos de años anteriores nada como estar en la Presa ese día… aunque no a la hora.

Por fin paso un camión, igual de lleno, pero podíamos ir casi de mosca. Ni siquiera iba a la Presa, era el del Cerro de los Leones.  Solo de pensarlo se me erizaba la piel, pero, a mediodía ¿qué podía pasar?. Llevaba mi cámara y la sujetaba con fuerza. Algunos se me quedaban viendo como diciendo “Nel cuña´o, ni que te la fuéramos a arrebatar”.

Una hora completita desde Los Pastitos hasta llegar cerca de la Presa. Por lo menos no caminamos tanto, unos doscientos metros de un mar de gente y ya estábamos en la otra presa, en la de San Renovato.

Ya ni vimos el “pañuelazo de apertura”, ni tampoco escuchamos el famoso vals de Juventino Rosas “Sobre las Olas”.  Lo que si vimos fue toda esa gente de Guanajuato, un verdadero paseo tradicional. La gente relajada disfrutando en familia el momento.

EL olor de los pambazos, enchiladas, tacos dorados, carne asada, algodón, palomitas, hicieron que las tripas nos reclamaran que les echáramos algo.

Unas papas con harta salsa, unas cocadas y un litrote de agua de mango tranquilizaron a la solitaria.

Yo iba por la foto. La neta. Lástima que no me tocó ver todo el chorrote inicial, pero… más o menos, no me puedo quejar. La bronca era que no había un espacio para tomarla. Toda la gente amontonada tomándose la selfie “pal feis”. Como pude hice un espacio y tomé aquella foto que ya traía en la mente. Igual nada espectacular, pero si una foto del día.

Había puestecitos de todo. Desde playeras, gorras, sombreros, dulces, panes… de todos precios y para todos los gustos. Imagino que los vendedores pensando también en el próximo Día de la Cueva, que dicho sea de paso, se parecen mucho pero en los planito y sin tanto alcohol, ja.

El regreso fue más tranquilo. Aunque también los camiones iban llenos, no tan atascados como de venida.

El centro de Guanajuato se notaba tranquilo, incluso, medio vacío. La gente de fiesta, siendo fiel a una de sus máximas tradiciones, unos pistiando y conviviendo en sus casas, otros de rol por la famosa e histórica Presa de la Olla… ahí donde durante un lunes de julio de cada año, escuchan (los que llegan temprano) el vals Sobre las Olas.

Sobre las olas

Es un vals del compositor mexicano Juventino Rosas Cadena, estrenada en diciembre de 1888.​ Primero el vals se llamó “A la orilla del sauz ” luego la rebautizó “Junto al manantial” y al final “Sobre las olas”.​

Rosas la habría compuesto en una mesa de cocina, y escuchando el ruido del agua de una fábrica cercana1​ cuando vivía en el aún pueblo de Santa María Cuautepec, hoy Cuautepec de Madero, en la delegación Gustavo A. Madero de la Ciudad de México. ​ Durante un año el vals se tocó solamente en Cuautepec, pero al interpretarlo su autor en la Ciudad de México se hizo popular entre las orquestas capitalinas. Fue Miguel Ríos Toledano quien transcribió al piano el vals y le bautizó como Sobre las olas. La casa editorial A. Wagner and Levien en 1890 publicó la partitura de esta pieza, luego de que el mismo Rosas les vendiera los derechos de autor por 18 pesos de la época. La inspiración de la canción es materia de muchas especulaciones.​

La Apertura de la Presa de la Olla

El Día de la Apertura de la Presa de la Olla tiene su origen en el siglo XVIII cuando se hacía la costumbre de limpiar la presa de la Olla. Con el paso del tiempo se convirtió en una fiesta popular que tiene lugar el primer lunes del mes de julio.

La señal de abrir las compuertas del vaso de captación, la da el Gobernador del Estado de Guanajuato al alzar un pañuelo blanco a las 13:00 horas en punto.

Durante este día de esparcimiento (es día de asueto para los trabajadores del Gobierno), el Parque Florencio Antillón está rodeado por puestos de comida (tacos, paletas, panes, elotes, papas fritas, micheladas, etc.) y juegos infantiles mientras que en su kiosco la Banda del Estado interpreta, antes y después de que se abran las compuertas, piezas musicales tradicionales tal como el famoso Vals Sobre Las Olas de Juventino Rosas y el Himno Guanajuatense.

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