Ser periodista en Guanajuato es un trabajo difícil; por un lado, los gobernantes, políticos y a algunas personas, les incomoda que sean expuestos y los “malos”, aunque yo no se sepa quiénes son más malos, también les molesta que se publique o no se publiquen sus fechorías.
En Guanajuato ser periodista implica un escrutinio de la población, porque desde el gobierno federal, se ha mencionado que el periodista es “chayotero”, es decir, que recibe dinero para golpetear o servir a la persona que lo contrato.
Sin embargo, en los últimos años y con la llegada de las redes sociales e internet, “ya no son tan necesarios” los medios tradicionales y tampoco los digitales, porque es mucho más sencillo poder construir medios nuevos, que en su mayoría trabajan a la sombra: no hay nombres de periodistas, no existe transparencia de recursos y literalmente trabajan para elaborar información tendenciosa o falsa.
Ser periodista en Guanajuato representa ser un “asediado” por la ciudadanía, por el gobierno y por el crimen organizado; los primeros se preguntan si van a publicar del tal o cual situación que resulta delicada, aunque la mayoría quiere que sea anónimo y eso si, que el periodista responda.
Los segundos (funcionarios y políticos), piden a los periodistas que ellos, no sean exhibidos en sus “enjuagues”, pero ahí esta el detalle, porque su función es la de ayudar a la población y ser íntegros, aunque la mayoría no lo son.
Los terceros (crimen organizado), piden a los periodistas aunque no verbalmente que se publiquen sus mantas para dar advertencias a sus contrarios o que no se publicite que fueron detenidos, asesinados o bien señalados, aunque la mayoría no entienden que solamente se informa, que no importan sus batallas y que la lucha es con ellos.