Guanajuato.- “Con el tumulto silencioso de todos los recuerdos, entre el polvo de la ciudad, quisiera tocar los dedos de Gladys García y decirle, sólo decirle: Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer”.
Se trata de un diálogo de la novela “La región más transparente”, de Carlos Fuentes. De ahí surgió la frase que Cristina Romo Hernández, conocida como Cristina Pacheco, usó para crear su mítico programa de entrevistas.
Aquí no tocó vivir y conocer que la nacida en San Felipe, Guanajuato, el 13 de septiembre de 1941 falleció en la ciudad de México a los 82 años, pocos días después de anunciar su retiro de la televisión por problemas de salud.
La periodista anunció su retiro de canal 11 el viernes 2 de diciembre, sin dar mayores detalles dijo sus últimas palabras al aire, mientras se le quebraba la voz:
“Hoy tengo que soportar y aprender a enfrentar algo a lo que me está enfrentando la vida, no exagero, es duro lo que voy a hacer, pero debo hacerlo. Por razones de salud, graves razones, tengo que suspender al menos momentáneamente estas conversaciones, han sido ricas, divertidas, inesperadas…”.
La periodista fue la esposa del poeta José Emilio Pacheco. Se distinguió por un periodismo de calidad literaria y de profundo sentido humano y social. Relatos y entrevistas fueron su aportación y se le reconoció de manera especial por su programa en Canal Once, donde daba voz a los personajes cotidianos que por lo general habían permanecido en silencio.
“La única intención que ha habido siempre es acercarse a los lugares en donde haya una expresión de vida, donde haya personas que quieran tomar la palabra y contar su historia”, mencionó alguna vez sobre la finalidad de sus entrevistas.
Su obra
Cristina Pacheco dirigió las revistas “La Familia”, “La Mujer de Hoy” y “Crinolina”. Estudió Carrera Lengua y literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1985 por entrevista, en 1986 por mejor programa de servicio a la comunidad y en 1987 por crónica. En 1988 obtuvo el Premio de la Federación Latinoamericana de Periodistas por labor informativa.
Inició su trabajo periodístico en 1960, en los diarios El Popular y Novedades. En 1963 colaboró en la revista Sucesos con el seudónimo de “Juan Ángel Real”. En 1977 se integró al equipo de colaboradores de la revista Siempre!, publicó también entrevistas, crónicas y artículos en los periódicos El Sol de México (1976-77), El Día (1977-85), donde publicó la sección “Cuadrante de la Soledad” y en La Jornada, a partir de 1986, donde apareció con su sección “Mar de Historias”.
En radio, participó en los programas Voz Pública y Los dueños de la noche por XEQ-AM; en Aquí y ahora por XEW AM; y en Los amos de la noche y Periodismo y algo más por Radio Fórmula.
En televisión, fue comentarista del noticiero nocturno y de la serie semanal Séptimo Día, de Canal 13, donde también realizó una serie de conversaciones con el escritor Renato Leduc.
Desde 1977 comenzó a colaborar en Canal Once, donde se desempeñó como comentarista del programa “Así fue la semana”, y como conductora de “De todos modos Juan te llamas”, serie semanal de conversaciones con el escritor Juan de la Cabada.
El 10 de mayo de 1978 inició la conducción del programa “Aquí nos tocó vivir”, enfocado a dar testimonio de las formas de vida y la cultura en México a partir de entrevistas a personas comunes. Desde octubre de 1997, conduce “Conversando con Cristina Pacheco”, también por Canal Once.
El 1 de diciembre de 2023 anunció, al final de su programa “Conversando con Cristina Pacheco”, su retiro de la vida pública por cuestiones de salud y lo mismo ocurrió para su programa “Aquí Nos Tocó Vivir”.
Entre sus libros destacan: Para Vivir aquí (1983), Orozco, Iconografía personal (1983), Sopita de Fideo (1984), Testimonios y conversaciones (1984), Zona de Desastre (1986), Cuarto de Azotea (1986), La última Noche del tigre (1987), y La Luz de México (1989).
Amor y letras
Cristina conoció a José Emilio gracias a Carlos Monsiváis. Se casaron en 1961 y tuvieron dos hijas, Cecilia y Laura Emilia, la suya fue una historia de amor y letras. Al morir el poeta en 2014, le dedicó una despedida en su columna dominical de La Jornada, a la que tituló “El eterno viajero”:
“Hice lo de siempre al mediodía: bajé a la cocina para hacer café. Aunque no lo creas resulta muy difícil y requiere de cierto valor preparar una sola porción de lo que sea cuando siempre has hecho dos. Con la taza en la mano salí al patio y puse a funcionar la fuente para que subiera el rumor del agua que te recuerda el mar”.