Rabia y enojo ante la violencia contra las mujeres retumbaron en las canteras

Un 8 de marzo que sacude conciencias y genera debates


GUANAJUATO.- ¿De dónde salen tantas?, preguntaba un mirón cuando las vio pasar por la avenida Juárez, mientras ellas con su spray plasmaban su presencia en la cantera de un negocio. La respuesta es otra pregunta: ¿por qué salieron y se manifestaron con tal vehemencia, con tanta furia, con tanta rabia, con tanto enojo?

Fueron unas dos, tres, cuatro, cinco mil jóvenes –cuéntalas bien- con pañuelos verdes y morados, con rostros cubiertos con pasamontañas que dejaban sólo entrever ojos de largas pestañas y diversos maquillajes.  En sus consignas había muchos elementos de reflexión:

¡La policía no me cuida, me cuidan mis amigas!

¡Ni una más!

¡Ni una menos!

El espacio libre para ellas

Por la mañana, las instituciones hicieron su labor de olvido y minimización.

La Universidad de Guanajuato suspendió clases en su edificio central que porque había covid 19. Fue miedo que no anda en burro, dijeron las encapuchadas. A pesar de tan grave regreso de los contagios, realizó la ceremonia de entrega del honoris causa a Marcela Lagarde. Bien por la feminista, pero merecía el reconocimiento amplio de universitarias que han denunciado violencia y acoso y tres de ellas enfrentan un proceso penal luego de que se manifestaran contra la forma en la que se eligió a la rectora general.

Afuera, gritos, consignas, pancartas y pintas, por aquí, allá y acullá. Estudiantes, profesores y ciudadanos comentaron en redes digitales y en las calles: “está bien que se manifiesten, pero no son formas”. ¿Cuáles sí fueron las formas?:

El Consejo General del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato se fue a Silao a conmemorar el 8 de marzo.

La presidencia municipal subió a las redes digitales un mensaje de Alejandro Navarro, denunciado y sancionado por diversos actos de violencia política en razón de género. Con una disculpa público quiso limpiar sus manchas.

En el Congreso del Estado sólo faltaron adornos para felicitar “a la creación más hermosa de la naturaleza”. Llevaron a un coro de voces y guitarras de Celaya. Una de las niñas recitó a favor de las mujeres. El que iniciaran su presentación con “La vida en rosa” fue más que simbólico de cómo vieron la fecha. Sólo acudió una apresurada Ruth Tiscareño. El resto de las diputadas, ausentes. Ésas sí son formas.

Fue por eso que lo esperado era la tarde. Terminada la hora de la comida, la ciudad se llenó de mujeres que convocaron a la marcha. Colectivas, universitarias, cabellos multicolores, tatuajes diversos, rostros sonrientes –unos- y cubiertos –otros-.

“¡No somos una, no somos diez: pinche gobierno, cuéntanos bien!”

El grito suele incluir a la “prensa corrupta”, a la que siempre sí le permitieron que hubiera varones en la cobertura, pues la instrucción fue que sólo debía haber reporteras.

El contingente salió de las escalinatas del teatro Juárez.Los tambores marcaban paso y fondeaban a las consignas.

Al frente: decenas de mujeres que portaban fotos de personas desparecidas. La imagen de Yareli Licea iba en primer plano. En ese bloque el silencio de las bocas era acompañado por los redobles.

Marcharon por El Truco y pegaron carteles. “Somos fuego” decía uno. Lo habrían de ser físicamente más tarde.

Silencio frente al templo de la Compañía. Luego de recordar a las asesinadas, las violentadas y las personas desaparecidas, la marcha siguió por Positos. Algunas pintas. Aplausos y molestados por igual. Comentarios a favor y en contra. Debate en las redes digitales mientras las mujeres llegaban a la explanada de la Alhóndiga de Granaditas. En la calle: “¡El que no brinque es macho!”.

Mientras se juntaba el contingente, resonó el canto de “¡El violador eres tú!”, acompasado con el sonar de garrafones de agua habilitados como tambores.

Ahí se hizo el mitin. Una oradora leyó un documento donde fijaron postura ante la realidad que rodea a la marcha: De 89 a más de 100 personas asesinadas al mes en el estado, que es el primer lugar en homicidios en el país. De las muertes violentas de mujeres, sólo el 1.3 por ciento fueron clasificados como feminicidios: sólo 14 casos.

Guanajuato ocupa el lugar 14 nacional en feminicidios de acuerdo con esos datos. Por eso remataron con la exigencia de respeto a los derechos de las mujeres, contra la no violencia, por la violencia de género contra ellas.

Queremos un sistema de seguridad que garantice nuestros derechos y nuestra integridad, plantearon, eliminación de la brecha salarial, derecho al aborto, educación inclusiva, no al hostigamiento social, fin a la impunidad en casos de feminicidios, privación de libertad y el griterío a favor cuando demandaron “no criminalizar la protesta”, en referencia al caso de estudiantes de la Universidad de Guanajuato. Fue evidente que mujeres de la casa de estudios eran parte importante de la protesta.

Un “¡Yo sí te creo!” fue el remate de la concentración que retornó a su punto de partido y de paso adornó con pintas casas, edificios y negocios. No se escapó la presidencia municipal.

El regreso al teatro Juárez fue la apoteosis.

“¡Aplaudan aplaudan, no dejen de aplaudir, que los pinches machos se tienen que morir!”

Y ante las vallas de protección al recién restaurado teatro brotó la ira. Los empujones y golpes a las contenciones acompañaban al “¡Somos todas, somos todas!”.

Cuando las barreras cedieron, los gritos estilo africano sonaron con algarabía.

Ya era de noche cuando varias pancartas fueron colocadas a la puerta del teatro y les prendieron fuego. Una bomba molotov, que pudo haber incendiado también a quien la arrojo, estalló. Las llamas casi sobre la puerta del histórico edificio hicieron efectivo el cartel: “Somos fuego”.Personal de bomberos y Protección Civil llegó presto y con extintores acabaron con el fuego, no sin recibir objetos, empujones y mentadas de madre.

El debate público en redes fueron las pintas, no las demandas. Está bien que se manifiesten, pero no son formas, decían, mientras ellas poco a poco se iban dispersando. En una de sus consignas respondieron a sus críticos:

“¡Somos malas, podemos ser peores; y al que no le guste:se jode, se jode!”

También se joden quienes a partir de la mañana del sábado debieron empezar a limpiar las pintas y a reparar destrozos.

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