Javier Aguilar Cervantes emprendedor vendedor de raspados

La venta de raspados transformó su vida, pues la albañilería no le dejaba el suficiente sustento económico para él y su familia


Pénjamo, Guanajuato. -En el corazón del municipio de Pénjamo, Javier Aguilar Cervantes un comerciante de alma valiente y emprendedora ha estado sirviendo a la comunidad durante aproximadamente tres décadas.

Javier Aguilar, vendedor de raspados en el centro de la ciudad,una persona perseverante y determinada convirtió una adversidad en oportunidad de crecimiento.

Casado a la edad de 18 años, enfrentó la presión de proveer para su familia, aunque comenzó su vida laboral en el rubro de la albañilería, las ganancias no eran suficientes para cubrir las necesidades básicas de su hogar.

Fue esta misma situación la que lo llevó a dar un giro en su vida y aventurarse en el mundo del comercio, con la esperanza de obtener mayores ingresos para su familia, decidió emprender el negocio de vender raspados.

Su carro de raspados, bautizado con el nombre “el primo”, cuenta la historia de ser nombrado así debido a que cuando atendía a los clientes, solía dirigirse a ellos cariñosamente como “primito, que le vamos a dar”. Así, nació el nombre de su carro y un lema que lo ha acompañado a lo largo de los años.

Javier Aguilar confiesa que su negocio fue su salvación, gracias al esfuerzo y la dedicación que depositó en su carrito de raspados, logró no solo brindar el sustento económico a su familia, sino también construir un lazo con la comunidad que lo rodea.

Su puesto se ha convertido en un lugar donde los clientes no solo disfrutan de un refrescante raspado, sino también de la calidez y amabilidad de Javier.

Se ha convertido en un rostro reconocido en el centro del municipio, un ejemplo de cómo el emprendimiento puede transformar vidas.

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