Éxito y fracaso, la zanahoria del agotamiento

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“Sólo vale la pena caminar y caminar

por lo que nos transforma en el andar y

hace de nosotros seres libres y dignos”.

Abel Pérez Rojas

No compro la idea del éxito frente al fracaso o viceversa, porque es una de las tantas dicotomías que las sociedades hiperconsumistas, como en la que vivimos,  nos han sembrado en lo más profundo de nuestro ser. Al estar ocultas en nuestra interioridad nos mueven sin que nos percatemos de ello.

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua, éxito es el “resultado feliz de un negocio, actuación, etc.”. En otra connotación el éxito es la “buena aceptación que tiene algo o alguien” y en una última acepción es el “fin o terminación de un negocio o asunto”.

En contraparte el fracaso está descrito terriblemente: es el “malogro, resultado adverso de una empresa o negocio”, y en otro significado es la “caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento”.

Éxito y fracaso son conceptos llevados y traídos en el lenguaje cotidiano. La trampa radica en cómo los relacionamos: si logramos lo que nos proponemos entonces obtenemos el éxito, pero si no lo alcanzamos entonces decimos que hemos fracasado. ¿Existe otra forma de hacerlo?

Observe, querido lector, que ambos conceptos se refieren a una cuestión de efectividad, porque de lo que se trata es de producir la consecuencia o producto deseado o planeado.

Como estamos en el ámbito de lo deseado o de lo planeado, entonces estamos en los territorios del ego y de la mente que lo planeó, pero aún no en el de la conciencia que puede ver con claridad cómo se va aproximando al resultado final que busca, más allá de las imágenes catastróficas y los reproches que crea continuamente nuestra imaginación.

Quedarse en el territorio de la mente es volver a quedar atrapados en la dicotomía, ésa que nos distrae de la integralidad profunda de nuestro ser.

En relación  a lo anterior le comparto las palabras del polémico maestro Osho, sólo para ejemplificar que hay otras formas de pensar, y otras vías para abordar nuestras experiencias:

“¿Has visto a la gente que triunfa? ¿Puedes encontrar mayores fracasados? Has oído el proverbio de que no hay nada que tenga tanto éxito como el éxito. Es absolutamente falso. Me gustaría decirte: no hay fracaso mayor que el éxito. El proverbio debe de haber sido inventado por estúpidos…

“Un triunfador, al final, siempre es devuelto a sí mismo y entonces sufre las torturas del infierno porque desperdició toda su vida. Buscó y buscó, se jugó todo lo que tenía; ahora ha alcanzado el éxito y su corazón está vacío y su alma carece de importancia y para él no hay fragancia alguna, no hay dicha alguna”.

Le propongo estimado lector, que en lugar de hablar de fracasos y éxitos abordemos lo que nos es significativo y profundizar en ello, para percatarnos de que podríamos registrar y compartir una parte de nosotros que nos permita conocer la sustancia del todo. Y  esto sin fragmentaciones y sin caer en el juego del sistema.

¿Qué le parece?

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.

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