Huanímaro, Guanajuato
Francisco García Armenta “Pachito” de 72 años, conoció el amor de su vida a través del romanticismo, la paciencia y el respeto. El hombre contrajo matrimonio apenas hace tres años, pues quería ofrecer una vivienda a su amada y una relación duradera y sincera.
El hombre recordó que cierto día fue a una convención en la ciudad de Irapuato, donde observó que la mayoría de los asistentes iban acompañados de sus esposas e hijos y que una de las asistentes de nombre María Rosa Soto Rangel, iba sola igual que él.
El huanimarense dijo que tuvo el valor de conversar con ella y aprender de las palabras que salían de su boca como si “estuviera escuchado a un ángel”, así lo describió “Pachito”, al mencionar como fue la forma en la que se enamoró de la que ahora es su esposa.
“La conocí en Abasolo por cuestiones circunstanciales, observe que todos llevaban a sus hijos; intercambiamos palabras, fue un valor de dar palabras a mi nivel y lenguaje, de manifestación, de amor, deseo, de convertir a aquella persona mediante el gesto del amor en mi esposa, no fue un matrimonio al vapor” dijo el hombre.
María Rosa Soto Rangel y “Pachito” trabajan en la cafetería del Cecyte vendiendo comida para los estudiantes; la mujer era viuda con hijos y él se había dedicado al campo la mayor parte de su vida sin haber procreado otro tipo de familia fuera de lo que era su hogar, junto a sus padres y hermanos.
“Las historias transforman las conciencias que por sus méritos, no por menosprecio a las damas, pero hasta que yo tuviera una humilde chozita, llegó la hora que ante Dios me abrió camino para hacer una casita, para no estar solo, Dios nuestro señor me socorrió con una esposa con la que vivo feliz, comprendido”
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