El pasado 24 de febrero, Alph Lukau, pastor cristiano y líder de la iglesia Alleluia Ministries International (AMI), ‘resucitó’ a un hombre durante un sermón que fue transmitido en YouTube.
En las imágenes puede verse dentro de un ataúd a un hombre al que llaman Elliot, quien presuntamente tenía tres días de fallecido. En medio de una gran cantidad de personas, Lukau realizó varias oraciones y después posó sus manos sobre el supuesto cadáver, quien se levantó provocando la sorpresa de sus familiares.
La ‘resurrección’ inicia en el minuto 2:00:00 del video:
Por supuesto, el ‘milagro’ resultó tan irrisorio que se volvió viral, provocando que en redes sociales los usuarios crearan el hashtag #ResurrectionChallenge para ridiculizar lo ocurrido:
Además de burlas, el video de Alph Lukau abrió un debate sobre la necesidad de regular en África el negocio de las iglesias evangélicas y cristianas.
Incluso la Comisión Nacional de Promoción y Protección de Comunidades Culturales, Religiosas y Lingüísticas de Sudáfrica tuvo que pronunciarse afirmando que los milagros de esa naturaleza “no existen”.
(Estas acciones) están hechas para tratar de obtener dinero de la desesperanza de la gente. No podemos permitir que nuestra gente sea abusada de esta manera”
… comentó David Mosoma, vicepresidente del organismo.
El video también provocó que el obispo sudafricano Elly Mogodiri demande a Lukau por delitos como tergiversación, crimen organizado y fraude.
He visto demasiada codicia y comercialización del púlpito en la iglesia, entre otras prácticas perturbadoras. En este momento estamos presenciando un acto fraudulento e infiel”
A esta demanda se suman las de tres funerarias que afirman haber sido engañadas, luego de prestar sus servicios durante la ceremonia sin saber que aquello era un fraude, lo que dañó de forma “irreparable” la reputación de sus empresas.
Aunque Lukau aún no se ha pronunciado sobre esta polémica, la iglesia Alleluia Ministries International ya se defendió señalando que el supuesto muerto “ya estaba vivo” cuando fue llevado con el pastor, quién solamente “completó el milagro que Dios ya había comenzado”.
