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“Satanás” y sus visiones en la piel

Foto Arturo Velázquez
Foto Arturo Velázquez

Irapuato, Guanajuato

Jorge Miranda egresado de la carrera de artes plásticas de la Universidad de Guanajuato, originario de Irapuato, es mejor conocido como “Satanás”; él es tatuador profesional y comentó que inició a tatuar gracias al contacto que tuvo con el dibujo, posteriormente a los 16 años ya tatuaba y realizó su primer trabajo a un amigo.

Jorge Miranda platicó que a sus 16 años tatuaba principalmente a sus amigos y fue en uno de ellos en quien plasmo su primer tatuaje; en ese entonces Jorge vivía con sus padres y comentó que si le señalaban que estaba mal el dedicarse a ser tatudor, aunque eso nunca fue impedimento para que el artista se desarrollará en el ámbito que quería. El estilo preferido del artista está enfocado al terror y el realismo.

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La sociedad

“Es lo mismo que siempre ha sido, algunas personas están de acuerdo algunas otras no, pero actualmente gracias a los medios masivos de comunicación ha habido una mayor difusión y se ha popularizado un poco, ahora hay más gente que tenemos tatuajes” dijo.

Jorge Miranda cuenta con 5 tatuajes pero no están a la vista, y platicó que si hay gente que tiene un concepto equivocado de él por tatuar, “La gente ve a quien tiene un tatuaje con incertidumbre, creen que los van a robar o cosas por el estilo”.

Los principales “clientes” que llegan a su estudio son público en general, pero deben ser mayor de edad y tener credencial de elector.

¿Qué partes del cuerpo son más dolorosas?

El “Satanás” menciono que todas las zonas son dolorosas para tatuar “en todas partes duele igual, si hay áreas que son más sensibles como los labios, las manos que es donde está el sentido del tacto más desarrollado pero en todas partes duele, además es bueno que haya dolor ya que es parte de saber que estas vivo” indicó.

Por otra parte Jorge Miranda señaló que los tatuajes que más piden sus clientes son de todo tipo, desde las calaveras hasta las mariposas, aunque en algunas ocasiones si tienden  a seguir líneas, es decir si algún artista tiene un tatuaje y se populariza la gente lo comienza a pedir. También recalcó que el tatuaje es plasmar en el cuerpo un momento de su vida el cual sirve de anclaje para regresar a ese momento, pero también dijo que hay a quienes les gusta el diseño y suelen tatuarse por gusto.

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El tatuaje como “estilo” de vida

El “Satanás” recalcó que el disfruta el tatuaje, disfruta realizarlo por lo que no lo ve como un trabajo, además señaló que él tatúa cosas que le cosas que a él le gustan ya que se ve reflejado en las personas, es decir si un cliente llega con un mal diseño se lo hace saber, ya que en su opinión debe ser divertido si no se vuelve un problema.

Por ultimo Jorge Miranda platicó que el tatuaje ha cambiado su vida, ha viajado, “es algo muy bonito” dijo, además señaló que también ha aprendido muchas cosas ya que siempre investiga de los temas que le piden para desarrollar todo un concepto.

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Énfasis

Semiótica de una práctica cultural: el tatuaje

Desde la semiótica, los fenómenos culturales guardan una memoria colectiva. En palabras de Iuri Lotman [1994] esta memoria  “conforma un mecanismo supraindividual de conservación y transmisión de ciertos comunicados (textos) y de elaboración de otros nuevos”.

El tatuaje como texto semiótico puede ser analizado:

1) como marca estática, el tatuaje-texto permanece inmóvil y perenne

2) como marca dinámica, donde la lectura que se hace de este signo puede variar o se mantiene.

La práctica del tatuaje, como expresión cultural, constituye un espacio donde confluyen dos tipos de memoria, una común que se desarrolla como “contexto de las condiciones de producción” y una individual, “espacio de la intimidad” donde el texto responde a necesidades particulares y específicas.

A diferencia del texto escrito, este tipo de producción textual semiótica no puede ser actualizada, es decir, la característica de estos símbolos es que son perennes, ya que permanecen en el objeto donde se realizaron y la marca es indeleble. Éste es un fenómeno peculiar, mientras que el texto-tatuaje permanece inmóvil y eterno, la lectura que se hace de este signo-símbolo está sujeta a varias modificaciones de sentido. En tanto las condiciones de producción siguen siendo las mismas (interpretación de la realidad que implica actos rituales, habitus, técnicas, diseños, color, sitio en el cuerpo donde se hizo la marca que implica intención y representación que éste tiene), las condiciones de recepción varían, como el sentido que encuentran “otros sujetos” al interpretar la marca, incluso, con el paso del tiempo y en diferentes contextos, el sentido que a la grafía tiene para el sujeto tatuado.

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Información: Nelson Eduardo Álvarez Licona, María de la Luz Sevilla González (Semiótica de una práctica cultural: el tatuaje)

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