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“Quisiéramos creer que ella está en su cuarto”: papá de Debanhi

Antes de colgar el teléfono una noche atrás, recuerda que su hija le dijo: "'Te amo papá, mañana te veo'.

Debanhi
Aniversario luctuoso

Debanhi Susana Escobar Bazaldúa fue reportada como desaparecida el 9 de abril de 2022. Entonces tenía 18 años. La noche anterior salió a una fiesta pero no volvió a regresar a casa. A 12 meses de distancia y con dos carpetas de investigación orbitando este mediático caso de feminicidio, Mario Escobar, su padre, revela que el proceso para llegar a la justicia ha sido largo y complejo y, pese a tener el cuerpo de su hija, “todavía no lo creemos, quisiéramos creer que Debanhi está en su cuarto, que nos gritaría o entraría por la puerta o nos pediría algo”.

La última vez que se le vio con vida fue frente al motel Nueva Castilla, en el kilometro 15 de la carretera que va de Monterrey a Nuevo Laredo. Apenas a unos días de darse a conocer su desaparición, el caso ya tenía resonancia nacional por la intensa búsqueda que emprendieron sus familiares y por la presión de redes sociales que terminó por dinamitar un escándalo ante las irregularidades en las que cayó la Fiscalía General de Justicia de Nuevo León tras el hallazgo del cuerpo.

El caso provocó mayor indignación al darse a conocer que el cadáver yacía en una cisterna al interior del motel, ello llevo a la fiscalía encabezada por Gustavo Adolfo Guerrero a dar su versión de los hechos: Debanhi habría muerto por asfixia por sumersión al caer repentinamente al cuerpo de agua.

Las irregularidades que posteriormente fueron presentadas condujeron no sólo a la caída de Guerrero al frente de la fiscalía neoleonesa, además, los padres de la estudiante buscaron que la Fiscalía General de la República (FGR) atrajera el caso, institución con la que, a decir de Mario Escobar comentó, “vamos lentos pero vamos avanzando”.

“Después de pasar una odisea con la Fiscalía de Nuevo León, con todos los malos manejos, con todas las inconsistencias, con esa verdad histórica y que nosotros científica, objetiva y técnicamente les demostramos que no fue así, nos sentimos tranquilos”, comenta.

“De alguna manera el caso sigue vigente después de un año, un caso emblemático, que no se había visto en México y de alguna manera seguimos con la esperanza de que las autoridades federales, tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador y la licenciada Rosa Icela (secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana), hagan los trabajos para poder encontrar a los culpables, en ese sentido nos sentimos tranquilos pero no satisfechos”, afina.

Al cuestionarle sobre en qué punto se encuentra la investigación, asesta a decir: “Vamos en un punto donde están aportando información, están trabajando doble, porque la Fiscalía de Nuevo León tenía cadenas de custodia en cuanto a las carpetas de investigación y la FGR, después de dos intervenciones en el motel Castilla, trae avances, han sido pocos pero creo que vamos bien, no como queríamos, ahorita sólo tenemos dos imputados por medio de falsedad de información”.

A un año del hecho, sólo hay dos personas imputadas por falsedad de información: Ana Luisa “N” y Elida Yudith “N”. “Esperemos que puedan decir qué fue lo que pasó, qué fue lo que vieron”.

Escobar acepta que siente “mucha impotencia, porque uno confía en las autoridades pero nos dimos cuenta que empezaron a omitir muchas situaciones, empezaron a decir que fue un accidente, obviamente no nos dejamos y en ese sentido sentimos mucha impotencia, pero de alguna manera tuvimos el apoyo de la SSPC y nos dio una esperanza de que las cosas se pueden hacer bien pero mucha impotencia de que en Nuevo León y muchas partes de México las fiscalías trabajan con las patas”.

No tiene empacho en afirmar que, tras recoger distintas historias de irregularidades,  “la gente está cansada de tanta corrupción en las fiscalías, esa es la verdad a vista de todos”.

Él recomienda que, en un caso como el de sus hija, los familiares deben “exigir que las autoridades hagan su trabajo, saber que hay una Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas local, una Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas que tiene que hacer esa chamba”.

Además pide no confiar mucho en las fiscalías, “porque todo lo que uno diga puede ser usado en su contra para querer cerrar los casos, saber cuándo decir ‘si o no’ o saber cuándo tienen derecho a no declarar y exigir con toda la palabra a las autoridades que hagan su trabajo”.

Lo anterior, destaca, le sirvió para avanzar en una investigación que, desde su germen, apuntara a un nuevo caso de feminicidio, pues, de lo contrario, “ahorita estaría yo en el punto en el que ni siquiera tuviera el cuerpo en mis manos”.

Don Mario afirma que algo que aprecia en este último año es el cobijo de la gente y de los medios de comunicación. “Cuando llegamos a un centro comercial la gente nos ve y nos saluda, nos dice ‘échale ganas, no le afloje, estamos con ustedes’ y eso nos da ese aliento. Nos dan un abrazo, nos mandan mensajes y es la energía que hemos agarrado para poder seguir en esto”.

“Tengo el apoyo de mi familia, de la familia de mi esposa, nos han sacado adelante, seguimos en esa lucha de seguir con nuestras vidas, seguir en un puesto que tenemos”.

El padre de familia es férreo y destaca que en el caso de su hija va a seguir hasta dar con los responsables. Dice que su “prioridad es encontrar a los culpables, que pague quien tenga que pagar y que estén tras las rejas”.

Lugo de que cierre el ciclo con los culpables purgando una condena, no descarta la idea de hacer activismo, de seguir ayudando a familias que se encuentren en su misma situación o hasta crear alguna asociación, de “seguir ayudando a la gente; Debanhi nos dejó ese caminito de ayudar  a la gente”, afirma.

“Se cumple un año, todavía no lo creemos, quisiéramos creer que Debanhi está en su cuarto, que nos gritaría o entraría por la puerta o nos pediría algo, sabemos que no (va a pasar) porque encontramos el cuerpo de nuestra hija, pero sí es complicado”.

Antes de colgar el teléfono una noche atrás, recuerda que su Debanhi le dijo: “‘Te amo papá, mañana te veo’. Se despidió de mí a las 11:00, su última palabra después de decirle que no fuera fue ‘¡ay apá, al rato vengo!, te quiero, te amo’, y me mandó un beso”… un último beso antes de empezar una lucha desesperada por responderle con justicia.

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