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Brasileño se quería parecer a “Hulk” y por poco le amputan los brazos

hulk

Romario dos Santos Alves sabe cuán peligrosa puede ser la obsesión por el cuerpo: el joven brasileño casi pierde los brazos en su afán por ser merecedor del apodo “el Hulk humano”.

Dos Santos, ahora con 25 años, comenzó a usar un peligroso cóctel de drogas para aumentar el tamaño de sus bíceps, pero pronto perdió el sentido del límite.

Hace tres años trabajaba como guardaespaldas y ansiaba tanto convertirse rápidamente en un fisicoculturista profesional. Fue así como empezó a experimentar con diversas sustancias.

“Vi a algunos tipos en el gimnasio con unos brazos enormes y empecé a entablar amistad con ellos. Al poco tiempo, me hablaron del Synthol y me entusiasmaron los resultados”, explicó el brasileño al diario británico The Daily Mail.

El Synthol, un tipo de aceite, resultó efectivo inicialmente, pues sus bíceps pasaron a medir unos 64 centímetros. En su nativo pueblo de Caldas, la gente se detenía a contemplarlo y los niños lo llamaban –con disimulada admiración- “bestia”, “monstruo”, y, por supuesto, con su apodo favorito, “Hulk”.

Pero Dos Santos aún no estaba satisfecho y comenzó a hallar formas cada vez más peligrosas de inyectarse el aceite.

“Mis músculos empezaron a solidificarse y ni siquiera podían inyectarme los brazos, estaban llenos como de rocas”, contó. Entonces comenzó a comprar agujas especiales usadas en toros.
“Sé que parece estúpido, pero yo tenía que conseguir mi Synthol”, recordó.

Incluso le pidió a su esposa, Marisangela Marinho, de 22 años, que lo inyectara en los lugares a los que él no podía acceder, diciéndole que la sustancia no se quedaba en el cuerpo.

Pero el uso de las drogas comenzó a afectar también la capacidad mental de Dos Santos. Perdió su trabajo, cayó en una depresión e intentó suicidarse cuando su esposa tenía seis meses de embarazo.

Fue hospitalizado y los problemas no terminaron ahí. El Synthol comenzó a causarle dolores y fallos renales debido a las toxinas contenidas en el aceite. En ese momento, los médicos le dieron la peor noticia: tendrían que amputarle los brazos.

Afortunadamente, los cirujanos pudieron eliminar las masas que el Synthol había formado sin tener que realizar el drástico procedimiento.

Dos años después, Dos Santos admite que aunque dejó el Synthol a menudo se siente tentado de usar otras drogas para mejorar su apariencia.

“Hace dos semanas me compré una sustancia llamada estigor – una hormona caballo”, confesó. “Mi mente comenzó a recordar cosas que he pasado y pensé que no podía hacerlo. No podía ceder a la tentación de nuevo”.

Ahora con un hijo de un año, Asaffe, Dos Santos dice que todavía tiene ambiciones de convertirse en un fisiculturista profesional, pero se compromete a permanecer alejado de sustancias adictivas.

“Todavía siento ganas de consumir Synthol pero no voy a tomarlo de nuevo. Si usted lo toma una vez definitivamente habrá una segunda – es adictivo”, advirtió.

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