“Cuando los hombres se hacen dioses”, integración, educación y arte representado por niños de primaria

Obra escrita y dirigida por profesora de origen tlaxcalteca

Guanajuato, Gto. – Amelia Flores Urbano es tlaxcalteca, pero desde hace años vive y trabaja en la ciudad de Guanajuato. Profesora de primaria, se organizó con sus alumnos y alumnas del cuarto grado de la escuela Ignacio Allende y montaron la obra “Cuando los hombres se hacen dioses”, en la que muestran de manera didáctica el origen y decadencia de la ciudad de Teotihuacán y, con ello cumplir dos grandes objetivos: reforzar la identidad cultural y contribuir a una mejor formación educativa e integración de los educandos.

Escenas

Suenan caracoles, palos de lluvia y teponachtlis. Niños y niñas caminan por un pasillo hasta subir al escenario, donde una escenografía muestra las pirámides de Teotihuacán. Al lado derecho, un volcán.

Todo empezó con una invitación hecha por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para difundir la cultura mexicana. Amelia consideró que la Teotihuacana era la mejor referencia de los orígenes de la mexicanidad. Leyó diversos libros, analizó la información y escribió el libreto. Narró su experiencia:

Amelia Flores Urbano.

“Revisé mucha información sobre la época prehispánica, desde el preclásico. Vi similitudes en los tiempos y las diferentes culturas: vestimenta, creencias y alimentación y elegí a la teotihuacana, el cómo llegaron a establecerse ahí y cómo hicieron florecer la cultura para construir una gran nación”.

En efecto, el arranque de la obra muestra a niños y niñas en representaciones simbólicas mostrando la grandeza de la Pirámide del Sol y la Pirámide de la luna, de la cosecha y la jauja. Aprovecharon las riquezas naturales y lograron su esplendor, describe la obra. Añadió:

“No se sabe si fue por el clima, por una sequía o por ser saqueada, pero Teotihuacán decayó. Revisé bibliografía y no hay certeza, pero eso llevó a la determinación del sacrificio. Ellos creían que los hombres, al morir, se convertían en dioses y, como tales, les ayudarían”

Y es así como Nanahuatzin y Tecuciztécatl se lanzan a la montaña divina (un volcán). Con su sacrificio darán más fuerza al sol para que devuelva la fertilidad a la tierra. La obra representa danza y simbolismos, donde cada infante participa al menos con una frase, donde las y los niños son protagonistas absolutos y no mera escenografía.

Desde los pequeños de hablar vehemente hasta las nenas de voz tímida que el teatro las convierte en expresión que suena en el escenario. infantes de alrededor de 10 años de edad recrean el mito e historia del Quinto Sol, muestran la grandeza de Teotihuacán y representan cómo convierten en dioses para alimentar la cosmovisión politeísta de esa tierra antigua que se convertiría en el México de hoy.

La obra ha sido presentada en el auditorio de la Escuela Normal Oficial (fue transmitida por vía digital a varios países del mundo) y en el patio de la Escuela Primaria Ignacio Allende.

La visión educativa

Amelia Flores resaltó que recurrir al teatro como herramienta educativa permitió un trabajo de transversalidad en la que se integraron la enseñanza del español y el conocimiento de la historia de México. Los niños, agregó, desarrollaron competencias para la expresión del arte y el desarrollo de su personalidad.

Se le observó que en la obra no hubo participante que no dijera al menos una frase. Todos los niños son talentosos, explicó, y se les consultó para que representaran y dijeran lo que les gustara; todos somos un equipo, prosiguió. Gracias a la obra, agregó, se ha logrado que desarrollen mayor talento de comunicación, una mayor integración, más seguridad, que estén orgullosos de ellos y ha servido de motivación tanto para los que participaron como para sus compañeros.

Presentes en la charla con su profesora, las y las pequeñas hablaron de su experiencia: les motivó ver que Amelia “leyó muchos libros” y vieron en la participación en la obra una manera de corresponderle. Otros expresaron que vencieron el temor de hablar en público, “de conocer nuestra cultura”, de “agarrar confianza y vencer los nervios”, dijo una pequeña con voz apenas audible. Los que participaron manifestaron su beneplácito; los que no, su admiración a sus compañeros y el interés de hacer en cuanto tengan oportunidad. La admiración a “la mejor maestra del mundo” fue general.

Los resultados institucionales

María Velia Muñoz Álvarez, directora del plantel, reconoció el “trabajo organizado y sistematizado” que encabezó la maestra Amelia y la colaboración en tiempo y recursos de los padres de familia. La obra deja un precedente y un compromiso, agregó, para darle continuidad. También reconoció que fue un trabajo extraescolar, sin descuidar el aprendizaje de las y los pequeños.

José Alberto Espinosa Mares, subdirector de la escuela, destacó que la obra contribuyó a que las y los niños socializaran más y contribuyeran a proyectar a la escuela hacia otros países. Agregó que en el plantel se imparte educación artística

Niños y niñas salieron rumbo al patio. Amelia Flores Urbano les sigue, lista para continuar un trabajo de avecindada en una ciudad donde nacieron sus hijas y su hijo y donde refrenda su gusto y conocimiento por las culturas ancestrales.

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