“Mi marido tuvo que soltar todas nuestras cosas para salvarme”

Guadalupe Maldonado contó su experiencia en la inundación de aquél 18 de Agosto de 1973

Por: Omar Martínez | Irapuato, Guanajuato.- Era un día después del cumpleaños de uno de sus hijos cuando llegó la catástrofe, Guadalupe, en ese momento madre de tres varones, relató la experiencia que le llevó a cambiar su vida.

En aquel entonces, comentó que su marido se dedicaba a ser gerente inmobiliario de algunas zonas de la ciudad, tenía su oficina en los Presidentes, lugar en el que llegó por primera vez el agua.

El agua provenía desde donde estaba la Coca Cola, en prolongación Guerrero, tuvieron muchas personas que resguardarse con otras personas en azoteas además que les brindaban alojamiento.

El marido de Guadalupe, el señor Antonio Jasso convenció a una persona que no quería salir de su casa de adobe y ya afuera, dando unos pasos a unos cuantos metros, la casa se desplomó inmediatamente.

Sucesos lamentables

La señora Maldonado presenció además sucesos lamentables, así como tragedias a causa de la inundación.

“Fui testigo de cómo un hombre al momento de rescatar a un señor aferrado a un poste, murió porque la corriente le rompió la cuerda con la que estaba atado.” Dio a conocer Guadalupe.

Guadalupe comentó que era una corriente tan fuerte que los carros grandes de refresco llenos de mercancía los volteaba, incluso una camioneta llena de canastas de fresas se la llevó rodando la corriente.

Las casas de adobe se desplomaban, hacían un ruido muy fuerte cuando llegaba la corriente y arrasaban con ellas a su paso, incluso la capilla cercana de San Antonio se derrumbó a consecuencia de la corriente.

La ayuda llegó

Nadie se imaginaba la magnitud de la inundación ni sus alcances, cuando el agua subió de nivel y de intensidad como a eso de las 4 pm, Guadalupe caminaba junto a su esposo por calle Gustavo Díaz Ordaz, rumbo hacia Independencia, que era en donde vivía con su familia.

Al caminar, ya se los llevaba el agua, su marido y ella estaban preocupados por sus hijos, puesto que los había dejado con su suegra y el nivel del agua seguía subiendo.

En ese momento la corriente ya era fuerte, su marido llevaba en un brazo un garrafón con agua y en el otro sostenía una maleta con sus pertenencias y cosas de valor importantes.

“Mi marido tuvo que soltar todas nuestras cosas para salvarme, puesto que yo no sabía nadar” comentó Guadalupe.

El nivel del agua llegaba casi a la altura de 3 metros y medio aproximadamente, llegando a estar a la altura de casi una planta, de un primer piso.

Afortunadamente, vecinos ayudaron con cuerdas para jalarlos y llevarlos a una segunda planta segura, en donde les dieron alojamiento, además de que sus niños estaban bien, puesto que también los brincaron de una casa a otra para resguardarlos.

Una vez que terminó todo y fue bajando el nivel del agua gracias a que dinamitaron una parte de la autopista “la Super”, pues hacía represa o retén del agua acumulada, Guadalupe comentó que entraron a llevarles ayuda y despensas de parte de su familia de Celaya y de la empresa en que trabajaba su esposo.

Había cadenas de personas para poder cruzar a diferentes partes agarrados de las manos y los brazos, a mitad de semana empezaron a hacer limpieza y a los 15 días se normaliza un poco más, los comercios estaban cerrados y los pocos abiertos estaban con mucha demanda por la comida al principio y las actividades económicas poco a poco fueron entrando de nueva cuenta en activo.

Guadalupe sólo recuerda este episodio de su vida como uno en el que el valor de las cosas no importa, que lo importante es el bienestar familiar y tener siempre en cuenta que es de gran peso y ese es el verdadero valor.

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