Estudiar lo extraño para hallar respuestas

Columnistas Abel 660 x 330

A la Sociedad Investigadora de lo Extraño (SIDLE).

Investigar y estudiar fenómenos que contrastan con lo conocido  nos planta a las puertas del entendimiento de ciertos aspectos de la realidad que dan una mayor dimensión a la naturaleza, al ser humano, y en algunos casos podrían arrojar elementos para cuestionar severamente el mundo convencional.

Por la forma como hemos ido construyendo nuestro conocimiento de las cosas, adentrarse en los terrenos del estudio de lo inusual necesariamente pasa por la aduana del riesgo del desprestigio personal, de las resistencias alimentadas desde los círculos de poder y de la escasa información articulada desde el lado de la educación formal.

Es importante tomar en cuenta que de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española lo extraño es sinónimo de “lo raro, lo singular” y que en otra de sus connotaciones se refiere a: “Dicho de una persona o de una cosa: Que es ajena a la naturaleza o condición de otra de la cual forma parte”.

De acuerdo con lo anterior no debe confundirse lo extraño como sinónimo o circunscrito a lo paranormal, en este último caso se trata de lo que no es o puede ser explicado por los conocimientos emanados de la ciencia, tampoco se refiere sólo a lo ufológico, que es el estudio de los objetos voladores no identificados.

Una visión global que considera que todo se conecta a partir de los elementos que hacen raro algo, sin importar su naturaleza, no sólo abarca a lo paranormal y a lo ufológico, sino a otros áreas tradicionalmente soslayadas y catalogadas como pseudociencias.

También los tratados de alguna rama científica caen en el campo de estudio de aquellos fenómenos poco comunes.

Mentes ávidas de estudio pueden no tener claros todos los vericuetos para estudiar las cosas extrañas. Por eso, el primer punto importante para estudiar lo extraño es hacer evidente eso que está fuera de su naturaleza, y resaltar el valor social y científico de enfocar en ello nuestras baterías.

Estudiar lo extraño implica asumir un enfoque sistémico-complejo de la realidad, de tal manera que no sea nuestro conocimiento fragmentario ni nuestros prejuicios los que nos impidan incursionar en asuntos que son muy serios, pero que se catalogan como vaciladas.

Por ejemplo, hace casi dieciocho años, ante el alto número de avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis) en nuestro país, propuse en el programa de radio “Por Amor a la Vida”, que el asunto se tenía que tomar muy en serio porque podría estar implicada la violación a nuestro espacio aéreo nacional, por supuesto después de descartar los casos de fenómenos meteorológicos, también aquellos en los que los testigos buscaban notoriedad y fama, y muchos otros más por diversas razones.

Después sabríamos que a finales de la última década del siglo XX, sólo por citar un caso, la fuerza aérea norteamericana inició la operación de varios modelos de aviones con formas poco convencionales hasta ese entonces, como el Northrop Grumman B-2 Spirit, de forma triangular.

En algunos países lo extraño ha cobrado formalidad, como en Argentina, donde en el 2011 conformaron la Comisión de Investigación de Fenómenos Aeroespaciales, integrada por pilotos, meteorólogos, médicos, psiquiatras y personal del INTA.

Vale la pena que no excluyamos de nuestro horizonte de estudio las cosas extrañas, porque son tan graves y acelerados los cambios globales, que es preciso hallar respuesta de todas partes, incluyendo aquellas que hasta ahora habíamos descartado, ¿no le parece?

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