Ciclos bondadosos, reencuentro en la fraternidad

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“Que sea tal nuestra búsqueda del bien
que hasta las piedras se vean contagiadas
por nuestra firmeza”.
Abel Pérez Rojas

Hace algún tiempo le hablé de los ciclos  bondadosos en la vida diaria, aquellos que se generan cuando hacemos uno o muchos actos fraternos a favor de quienes se cruzan por nuestro paso, aún sin haberles visto antes.

Esto cumple con una fuerza de retorno cuando recibimos gestos de solidaridad y apoyo de quienes no nos conocen. Así es como se generan relaciones de reciprocidad; sinergias en la satisfacción de hacer y recibir el bien.

De alguna manera, es una relación de conveniencia y esperanza: hago el bien por la satisfacción que me ocasiona ello y por la posibilidad de contagiar a otros en ese sentido. También se trata de confiar en la humanidad.

No se confundan mis palabras, no es una cuestión de tonta inocencia. Es una óptica que asume que el hombre en ese ejercicio del libre albedrío puede optar por múltiples caminos y, sin embargo, decide apostar por el progreso de la humanidad.

En esta dirección viene a mi mente una frase del ilustre Miguel de Cervantes Saavedra: Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno.

Es decir, por supuesto que no se puede negar que quienes optan por el mal lo hacen porque están envueltos en una serie de complejas motivaciones y causas. Inclusive hay quien ocasiona algún daño por el placer y la satisfacción que ello le ocasiona.

Pero aún en las situaciones extremadamente violentas se han encontrado individuos que en el momento preciso han optado por la vida, por el progreso y por las vías pacíficas.

De alguna manera esto también nos debe motivar a seguir adelante: en todos lados hay personas que están tratando de hacer el bien y es con ellos con quienes pretendemos establecer lazos de cooperación.

Cedemos terreno a quienes están dispuestos a realizar lo que sea con tal de imponer su egoísmo y ambición, si renunciamos a ir a la búsqueda de quienes también están librando su propia batalla por el bien, como ocurre muchísimas veces.

Al menos un acto de bondad todos los días –retomando las palabras de mi estimado amigo Salvador Calva- no es sólo una cuestión que se agota en sí o en el bien ocasionado al otro; es un llamado al reencuentro en la fraternidad de quienes están convencidos de que este mundo puede ser un lugar mejor si logramos la comprensión entre unos y otros.

Es necesario que empecemos nuestros actos de bondad diarios, desde cualquier ámbito, desde cualquier latitud, desde cualquier escenario adverso, porque de esta manera estaremos propiciando un mundo mejor y el reencuentro de quienes también lo están haciendo y podrán hacerlo mejor si se encuentran con otros, con nosotros, con usted y conmigo.

¿Iniciamos?

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