El camino real “Cuitzeo¨ de los Naranjos, San Juan Huanímaro y la romería del brinco del diablo

Abasolo, Gto.- Por el año de 1690 el SR. DON JOSÉ TOMÁS DE ALCOCER Y BOCANEGRA era dueño de un extenso territorio que abarcaba muchas haciendas en esta región: CUITZEO DE LOS NARANJOS, SAN JUAN HUANÍMARO, CORRALEJO, TUPATARO, MUNGUÍA, CUCHICUATILLOS, EL SÁUZ, PERALTA, HUITZÁTARO, EL RODEO DE BARAJAS, LA ORDEÑA Y LA QUESERA.

Por ser la hacienda de Cuitzeo de los Naranjos una de las más grandes y estar prácticamente en el centro de todas las haciendas, era el lugar de donde salían y llegaban los peones; llevando y trayendo lo que los amos les ordenaban.

Por este motivo, para poderse comunicar entre las haciendas de Cuitzeo de los Naranjos y San Juan Huanímaro, abrieron a través de la Sierra de Huanímaro, un camino real que comunicaba directamente a las dos haciendas.

Este recorrido se hacía siempre a pie o sobre los burros de los arrieros, mismos que al recorrer ese trayecto, se paraban a descansar en un pequeño valle que existe detrás de los tres picachos y sacar de su árgana su almuerzo o comida, según fuera la hora del recorrido.

Pasan los años y Cuitzeo de los Naranjos y San Juan Huanímaro, ya con dueños independientes, se convierten en: Congregación, Pueblo y Municipio, pero la comunicación a través del cerro continúa igual a través del tiempo.

 

Fotografía que muestra el momento en que sale la pila bautismal en donde se bautiza a Don Miguel Hidalgo y costilla a fines de agosto de 1910 y que sirve de pretexto para que se inicie la romería de manera formal, detrás de los tres picachos, en el pequeño valle que se encuentra entre Cuitzeo de los naranjos y San Juan Huanímaro, con lo que se da origen a la romería y leyenda de este lugar.

 

Estando en la Presidencia de la República Don Porfirio Díaz, se pone de acuerdo durante el año de 1910, con los CC. DON LUÍS M. CORTÉS, Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de la Luz y el Capitán ALEJANDRO SÁNCHEZ, Jefe Político de Cuitzeo de Abasolo, a fin de que la PILA BAUTISMAL, en donde fue bautizado DON MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA, se lleve a la ciudad de México a fin de que encabece los festejos del CENTENARIO DEL INICIO DE LA INDEPENDENCIA.

Con la alegría de ver que La Pila Bautismal iba a encabezar los festejos del CENTENARIO DEL INICIO DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL, las dos autoridades “ECLESIÁSTICA Y CIVIL”, deciden en conmemoración de este hecho, realizar la PRIMERA ROMERÍA AL CERRO DE LOS TRES PICACHOS, lugar a donde invitan a toda la población; romería que se realiza el 14 de septiembre del año de 1911.

A partir de este año, todos los 14 de septiembre, la población subía a pasar el día al pequeño valle que está detrás de los picachos que se elevan al lado Norte de la Sierra de Huanímaro, convirtiéndose al paso de los años en una tradición, misma que se sostuvo de manera regular hasta el año de 1932, ya que es en 1933 en que este lugar se convertiría en tradición y leyenda:

 

TRADICIÓN DE LA ROMERÍA Y LA LEYENDA DEL BRINCO DEL DIABLO

 

En septiembre de 1933; el día 13 según la tradición; un grupo de personas iban rumbo al cerro con sus burros cargados de maderos, ya que iban a preparar sus enramadas para pasar con sus familias el día de la romería que se celebraría al día siguiente.

Apenas iban a la mitad de la subida del cerro, cuando de repente sin razón alguna, el cielo se cubrió de nubes, mismas que acompañadas de un fuerte viento, empezaron a soltar gran cantidad de agua que en pocos minutos empapó a los señores que iban rumbo al cerro.

A este fenómeno le acompañó una gran oscuridad, que acompañada de los relámpagos que salían de la tormenta, hacían muy especial el momento. Casi a continuación sin espacio de tiempo alguno, extrañados observan como en el lugar en donde se parte el cerro y se forma una barranca, al compás de cada relámpago, ven a una silueta (hombre vestido de negro), saltar tranquilamente de un picacho al otro y con cada salto, la tormenta arreciaba más.

Con el temor en sus rostros, dan media vuelta y bajan corriendo al pueblo, dirigiéndose a la parroquia, en donde le platican al Sr. Cura lo que estaba pasando, pero éste no les creyó y los mandó a sus casas.

Los señores obedecieron al Sr. Cura por lo que se retiraron a sus casas, comentando con sus familias lo que pasaba, por lo que empezó a correrse la voz entre los vecinos de “la tormenta, los relámpagos y el hombre que saltaba de un picacho al otro”.

Al amanecer del día 14, casi toda la población se arremolina alrededor del Sr. Cura y éste que ya había visto también al hombre saltar de un picacho al otro, les pregunta, ¿qué se puede hacer? Entre las respuestas salió una que decía: “pongamos una cruz en cada picacho y Ud. bendice los dos lugares” aceptada esta propuesta, hicieron las dos cruces, el Sr. Cura, las bendice y tomando el agua bendita y el rosario, encabeza el viaje rumbo al cerro, yendo tras él, casi toda la población.

Fue difícil y penoso el ascenso, ya que la fuerza del viento y la tormenta, no les permitía avanzar, pero al fin llegaron al primer picacho (lado Poniente) y viendo el lugar, el Sr. Cura ordena se haga un agujero para clavar la primera cruz.

Fue difícil lograr realizar esta empresa, ya que la tormenta no les permitía trabajar con rapidez, pero al fin terminaron, el Sr. Cura, después de decir unas oraciones y bendecir el lugar, ordena se coloque la primera cruz. Al entrar la cruz al agujero, se estremeció toda la montaña, desprendiéndose grandes rocas de su costado que fueron rodando hasta la falda del cerro y junto con este raro fenómeno, se escuchó un ruido ronco y profundo que salía del interior del cerro, continuando sin embargo los relámpagos y la fuerte tormenta. El Sr. Cura, impresionado igual que todos los habitantes del poblado, ordena rodear el valle para llegar al otro picacho y colocar la segunda cruz. El avance fue lento, pero al fin llegan al segundo picacho (lado Oriente) en donde al perforar el agujero para colocar la segunda cruz, vuelve a estremecerse el cerro y a soltar grandes rocas de su costado que van a parar al fondo de la barranca. El Sr. Cura, una vez hecho el agujero, bendice el lugar y ordena se coloque la segunda cruz. En el momento en que la cruz es colocada en el agujero, un temblor de tierra se deja sentir, acompañado de un ruido sordo que sale de la montaña, para acto seguido, desaparecer de golpe todas las nubes y la lluvia y aparecer un sol radiante que les alegró a todos, el rostro por tan feliz desenlace.

El Sr. Cura emocionado por lo que se veía como un milagro, ordena que todos pasen al primer picacho y ya en él, decide celebrar la misa en dicho lugar, en acción de gracias por el milagro realizado. A partir de ese día 14 de septiembre de 1933, la romería se realiza con el acompañamiento de la celebración de la santa misa, ya que como dijo uno de los que acompañaron al Sr. Cura en la colocación de las dos cruces. “EN VERDAD, EL QUE SALTABA AQUÍ TENIA QUE SER EL DIABLO, YA QUE NINGÚN HUMANO ES CAPAZ DE SALTAR ESA ENORME DISTANCIA”. Siendo este comentario, el que le dio al lugar el nombre de EL BRINCO DEL DIABLO” y lo convirtió en una de las leyendas de este pueblo de Abasolo, Gto.

Por el año de 1945, el Sr. Cura Don Ramón López Lara y el Presidente Municipal Napoleón Negrete Vázquez, acuerdan cambiar la romería del 14 de septiembre en el Brinco del Diablo, al 17 de septiembre, al cerro de La Cruz Blanca; siendo este cambio favorable para que todas las personas dejaran sus casas y subieran a los cerros del poniente a realizar un día de campo, siendo de pocos años, el periodo de tiempo de realización de esta romería que fue conocida como la romería de la Cruz Blanca.

 

Fotografía que muestra el momento en que se inicia la romería de la Cruz Blanca, llevando la Bandera Nacional un grupo de jovencitas y detrás, todo el pueblo, acompañado de las autoridades civiles y eclesiásticas, así como la banda de música a fin de realizar la primera romería en ese lugar,

 

Fotografía que muestra el momento en que las autoridades civiles y eclesiásticas están inaugurando y bendiciendo la romería_ Sr. José Cortés Orozco, Sr. Cura Don Ramón López Lara y el Padre J. Guadalupe Patiño, acompañados de la población de Abasolo.

 

 

Esta romería tuvo una gran aceptación general del pueblo de Abasolo y lugares circunvecinos, por lo que cada 17 de septiembre, se veían todos los cerritos llenos de gente, que disfrutaba el paseo romería, como si fuera una fiesta familiar, ya que todos convivían de manera admirable-

 

Fotografía que muestra a un grupo de abasolenses que disfrutan la romería de la cruz blanca

 

Ese mismo día, casi al término de la romería; los asistentes escuchan extrañados como de la montaña del brinco del diablo, que se veía al frente; se escucha un estruendo como de tormenta, pero sin nubes en el cielo y al mismo tiempo, sienten como si un temblor estremeciera la tierra, retirándose por este motivo todos a sus casas. Para darse cuenta al día siguiente qué, los picachos del brinco del Diablo, habían soltado grandes rocas cuando se escuchó el temblor de tierra.

A los pocos años de que se realizaba la romería de la cruz blanca, se soltó una gran tormenta acompañada de un ruido sordo que atravesó la población, y se abrió la tierra, que se tragó el agua de la tormenta, suceso que se presentó por el año de 1962 y qué, además; por las grietas que se abrieron en el subsuelo, se fue no solo el agua de la tormenta, sino también parte del agua fría y caliente, con que contaba el pueblo.

Por ese mismo tiempo, la romería de la Cruz Blanca fue decreciendo, debido a que se fueron poblando de casas sus cerros y los señores J. Guadalupe Núñez Abunde “la chinaca” y J. Trinidad González “Trino Cundo” reviven la romería del brinco del diablo, agregando que el 13 por la tarde, suben a velar y anunciar con el sonido, los organizadores de la romería y el 14 la demás gente regresa a su romería original, La del Brinco del Diablo, misma que continúa celebrándose cada 14 de septiembre.

Es en el periodo de gobierno (2006-2009) en donde el Sr. Rigoberto Gallardo Ledesma presidente municipal de Abasolo, a fin de proteger a la población cercana a la montaña, acuerda con al H. Ayuntamiento, hacerle una cortada al cerro (cuneta) en donde cayeran las piedras que se desprendieran de la montaña.

 

La montaña del brinco del Diablo, cortada para hacerle la cuneta que sirviera de protección a la caída de las rocas que caían de la montaña.

 

Por ser esta romería la única que prácticamente subsiste y por el motivo de cumplirse en el presente año del 2017 más de cien años de realización formal, es por lo que se ha hecho la presente investigación; como un homenaje a una de las tradiciones campiranas más añejas de nuestra ciudad, que se niega a desaparecer y que para darle más fuerza, va de la mano con la leyenda del brinco del diablo.

La romería misma que se niega a desaparecer. Las dos cruces que se elevan una en cada picacho. Las enormes rocas que aún se pueden ver en la falda de la montaña, así como los sucesos extraños que le dan credibilidad y fantasía a este lugar.

 

 

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